Opaco


No me da pendiente revelar nada mío, la razón es simple: estoy totalmente en contra de las apariencias que nos han enseñado a conservar. Dañan la convivencia, dañan a la sociedad misma. Durante siglos la humanidad ha sido hipócrita: clamando ideales conservadores y adulterando por debajo del agua. Se nos enseña a mentir y que mentir es conveniente y es bueno, aunque los mandamientos prediquen lo contrario (¿Cuántas mentiras has dicho el día de hoy, por ejemplo?) Negar nuestros pecados tan intrínsecos de la humanidad es un dogma como cualquier otro. Guardamos apariencias porque en realidad nos avergonzamos de nosotros mismos, de nuestros actos y de quienes queremos ser pero en realidad no somos; es una clara muestra de un autoestima prácticamente ausente, en algunas ocasiones evidencia una petulante cobardía así como auto-rechazo.

Hay muchas personas que están tan acostumbradas a su máscara que olvidan conscientemente quienes son realmente. Es muy sencillo de comprobar esto: los humanos cuando buscamos tanto aparearnos como relaciones significativas (que van a donde mismo, de hecho) y encontramos un macho o hembra que nos llame la atención, intentamos mostrar lo mejor de nosotros mismos para impresionarle, incluso si nos fumamos cualidades inexistentes en realidad (hasta empezamos a clamar "He cambiado" "lo que antes hice, no será así contigo", etc.). La o las relaciones florecen en su enamoramiento, pasa el tiempo y esa mascarita empieza poco a poco a destartalarse, lento o rápido, pero seguro. Es cuando vienen los reclamos "tú no eras así" y esas historias que ya todos nos sabemos.

Si hay pocas cosas de las cuales estoy segura en este cochino mundo, esta es una de ellas:

Las personas no cambian. No cambian. 
Cuando una persona elige cambiar para bien (y ni me gusta ese verbo, en este contexto elijo mejor "evolucionar") algo abrupto deberá haber pasado en su vida, y algo abrupto deberá elegir hacer (desde el empezar de nuevo, hasta ir a terapia, a AA, elija ud.) de no ser así, el tiempo -otra vez- me dará la razón:
El infiel, seguirá siendo infiel. Tal vez no en un principio, pero lo será eventualmente.
El indiferente, seguirá siendo indiferente. Tal vez intente obligarse a si mismo a interesarse, hasta que... se aburra y ya no lo haga. Simple.
El cobarde seguirá siendo cobarde. Los cobardes cuando se ponen su máscara de "valientes" a lo mucho eligen 1 diminuta acción en su estándar de "valentía"... y eso es todo. 
El mentiroso seguirá siendo mentiroso. Ya verás, si fueras lo suficientemente inteligente para no tapar el sol con un dedo.
El adicto seguirá siendo adicto. Será divertido por un rato, luego empezarás a inventarte "dolores de cabeza" y "dolores de estómago" o "se me olvidó tomarme 1 pastilla" (sí, eso me lo dijo. ¿Por qué? saca conclusiones, yo no pregunté)
El perezoso, seguirá siendo perezoso. No lo notarás al principio por el espejismo de la abundancia, pero bueno... eres mujer y te encantan los tacones, estoy segura que te importará muy poco y sacarás provecho de ello; tal vez no esté del todo mal (yo en particular no soporto a los huevones, pero ese es sólo un gusto mío)

Con esto no quiero decir que estamos todos perdidos, todo lo contrario: el día en que se logre ser lo suficientemente transparente y que haya gente que te acepte tal cual eres, con tus defectos y cualidades... ese día, habrá amigos de verdad y uno o varios amores que sí valgan mucho la pena. 


[¡Moscas, moscas por todas partes!]



0 comentarios:

Design by BlogSpotDesign | Ngetik Dot Com