Momento Nocturno

[Esto de nuevo, son ficciones mezcladas con realidad, sólo mi corazón sabe la diferencia. Y no la sabe también]



En uno de esos momentos que quedarán penetrados en la memoria para siempre, hubo un hombre ya muy entrado en años cual se arreglaba y disponía a ofrecernos sus amenas melodías, en uso de su voz permeada con acentos prehispánicos y una guitarra. Me encontraba en compañía de alguien cual deseaba desde hace varios meses: un hombre/niño. La velada era hermosa y prometedora.

Entonces, el músico se dispuso a presentarnos diversas composiciones folclóricas latinoamericanas. Yo, extasiada, le pedí cantara "Gracias a la Vida" o "Luna Tucumana" o "Alfonsina y el Mar" o "Sólo le Pido a Dios" o "Volver a los 17" o "Asturias" o "Aranjuez"... de todas, me satisfizo con "Alfonsina y el Mar"

- Hace mucho que no tocaba esa. Usted es muy joven para andar pidiendo esas canciones.
Dijo, el hombre viejo intérprete.


Seguido me siento fuera de serie, pero luego vuelvo a la tierra y recuerdo que cualquier pez fuera de su agua de origen, es un pez payaso para los demás... supongo.



Siempre lo digo y siempre será así: me meto en líos, ayer y hoy; pero, el día de hoy y en esta noche, suspiro. Los desenlaces son terribles, desastrosos... sin embargo, los comienzos son tan bellos y floridos, llenos de perfume de ilusiones y expectativas infantiles.

Esa noche, después de rumbas, rock y algunas copas de diversos alcoholes, encontré la manera de darle a entender que "no había problema" el quedarnos en un mismo techo, estancia, en lo que "pasaba" la noche.


A través de mi vida, he pasado por varias etapas amorosas y/o sexuales: primero pasé el delirio del primer amor y las primeras experiencias, luego por la sola experimentación misma que duró algunos años, con altas y bajas tanto en frecuencia como en estímulos. Hoy día puedo concluir que hay dos tipos de experiencias póstumas y hermosas: esa primera vez que se conocen mútuamente al tacto y suspiros, y ese cúmulo de sensaciones y sentimientos cuando te hundes en el cuerpo del hombre que amas.

Anteriormente me besaron y adoraron mi cuerpo con pasión, como si el día de mañana no existiera. Él era... diferente. No era un hombre aborazando y mordiendo, fue como un pollito tierno que con finos picoteos surcaban mi piel. Fue un aire renovador, compartiendo casi la misma juventud. Le correspondí con cariño y ternura, sonriendo y disfrutando de ese efímero momento.

- No sabes cuánto deseé que pasara este momento.
- ¿Desde cuándo?
- Desde que te conocí.


Eso fue hace poco más de un año. Pobre muchacho... él no puede saber que todo este año le estuve evitando por muy malas razones, porque estuve perdida en asuntos que ni al caso, cuales ya ni acordarse es bueno. Pero yo siempre le quise. Y siempre lo deseé igual.


Ahora los destellos y vapores se han desvanecido. Es tiempo pasado, mismo que dudo evolucione, más no sé si vuelva a pasar, y no sé si sea adecuado. Nos hemos separado, así es la vida, así es el destino... así es el kismet.

Mientras tanto me siento un ratito de mis días a recordar sus tiernos besos en mi boca, cuello y torso. En como me cuidó del frío en la humedad del ambiente lluvioso invernal, en la compañía que nos hicimos abrazándonos, pues finalmente estoy segura que los dos nos sentimos solos, y ahora volvemos a estarlo.

No me pregunto el "qué hubiera sido"... no. Me siento bastante conforme en como la vida me hubo dado este suceso y situación. Tal vez ese sea el kismet, dándome un bonito recuerdo, un bonito suspiro sin que haya un trágico final.

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