Nubla


Mucho ha pasado, giro de 180°. Respiro sobre el agua... el cielo finalmente se nubla bellamente después de días y días soleados calinantes sobre un lienzo azul cerúleo y sin matices. Ver el horizonte llano, seco y triste me provoca tanta paz... como haber despertado de un mal sueño, una cortina en mis ojos que por alguna razón no me podía quitar. 
Hasta el día de hoy sin mucha necesidad de hacerlo, pude sentarme a acentar toda la información que atasca a mi cerebro. O mejor dicho... es lo que queda por hacer.

Todo cobra su debido lugar... las cosas justo donde deben de estar. Curiosos re encuentros y fantasmas perdidos en el tiempo.

Ay, mis amigos... les extrañé tanto...

Quienes prefirieron retirarse respetando mis decisiones y quienes se retiraron no por miedo a amenazas, sino para no provocar más problemas. Nunca se fueron
(Porque nadie que realmente te quiera te hará la vida miserable... nadie.)

Mis ambientes, mi inquietud, mi arte sin censura de nadie... todo lo que me hace ser yo realmente y no restricciones falsas. Tranquilidad, finalmente... y mucha impetuosidad, emoción, efusión.

Me quité un inmenso, estratosférico peso sobre mis hombros que he cargado demasiado tiempo, años incluso, más el pasado... un peso que ni siquiera debía ser mío, un peso que me encargaron a la mala. Y, no fue sólo eso.

Cargué con culpas que no me pertenecían, como una estúpida y mentecata cristiana sin saber que el acusador fue el mismisimo monstruo de 7 cabezas: multipolar, chantajista, que me insultaba por las noches y me engañaba con prostitutas baratas por el día. ¿Como pude ser tan ciega, cómo pude?

No... espera. Sí sé esa respuesta: yo sí sé amar.
Yo supe... sólo yo. De mi parte. Ingenua. Inocente. Estúpida.


Una de las mejores cosas de la vida es saber que dejaste alguna especie de huella buena en las personas... hoy descubro que algunas personas nunca olvidaron la que dejé yo sin querer, descubro que me vigilan y muy a veces se atreven a protegerme (¿yo? una niña...).

Y hay personas que dejan huella de mala manera... una y otra, y otra, y otra, y otra vez. 
¿No debe dar vergüenza ser el más amargo recuerdo de alguien?
¿Esa perdida de corazón, de tiempo y de esfuerzo?
Debería dar más vergüenza no tener la capacidad de alejarte con una minuscula dignidad para dejar de hacerlo.

(Ahh... pero la egolatría no es sinónimo de autoestima)

¡Benditos sean los malaventurados!
Hacen que mujeres como yo detectemos la mediocridad con patas y te enorgullezcas de ti mismo, pues esa bestia de 7 cabezas no pudo contigo.

¡Malditos sean los malaventurados!
... que por su pseudo inconsciencia se llevan a tanta gente inocente atravesando su pendejada.

Y.. ni hablar.

Hoy día soy libre. El cielo amenaza con llover ("Dios está en la lluvia") después de un dolor continuo, largo e inimaginable.
Hoy día conservo a mis guardianes, a mis hombros y a mis apoyos (y les prometo, ángeles metafóricos míos, que ningún otro pusilánime los alejará de mi... les prometo por mis ojos, y por mis manos)
... hoy día tengo a mi corazón padrino, quien me perdió hace mucho tiempo y me volvió a encontrar hace poco. Quien me cuidará de demonios, y de la bestia de 7 cabezas en específico... porque yo se lo he pedido, porque me conozco y porque no volveré a anteponer la pendejada ajena a mi propio autoestima (vaya pleonasmo).


Oh... las vueltas que da la vida. El futuro parece tan, pero tan incierto; hoy más que nunca. Seguire mi camino, seguiré mis ambiciones y tiraré a la basura quien se atreva a interferirlo.

Hoy día tengo muchos traumas que vencer... pero, está bien. No soy una groupie borracha ni una tarada cabeza hueca viviendo en peliculas lo que su patética vida no puede... entre otras.

Soy Marcela Pérez Domínguez, y lamento decir que como yo no hay ninguna.


Ay... que pena.
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