Barranco

Desde hace algún tiempo, no estoy segura desde cuándo, los sábados me ponen nostálgica. Esta casa llena de viejos de alma, como todo virus al cual se está continuamente expuesto, a veces contagia.

Mi vida se ha vuelto un remolino con espirales, círculos, semicírculos, rectas y puntos finales. Afortunadamente, los "punto y aparte" ya me he ocupado de ellos exitosamente, una victoria muy grande y muy personal.

Hace un año apenas, aún no sabía que mi hijo existía en mi. Hace un año mi vida era otra, mi entorno era otro... yo, era completamente otra; no distinta a mi real ser, sino con engranajes un poco más mal calibrados de lo que pudieran estar ahora.

Como siempre, hay un tema que me acongoja.


Cuando estaba embarazada, me empeñé en recoger las pequeñas minúsculas partículas que quedaban mías, regadas por ahí... iba a ser mamá, yo no quería ser mamá, pero iba a serlo de todas formas. Siempre he pensado que en un 80% incluso un 90% somos dueños de nosotros mismos y de nuestro destino, eso incluye la manera en que actuamos frente a traumas, desvaríos, maldiciones autoimpuestas, etc. en otras sabias y bonitas palabras y lo he repetido en voz alta "Tus puñetas mentales son TU problema, no de los demás. Si eres miserable, si te violaron, si el wey de la esquina te echó mal de ojo, si la chingada madre es tu problema. Y si no te gusta, ve a un psicólogo" siempre me han molestado las proyecciones, quiero decir cuando no tienes ni puta idea acerca de por qué cuando haces lo que haces, molesta tanto a ciertos individuos.

El punto es que, fui a terapia y en ella descubrí muchas cosas, con el objetivo de evitar futuros desastres (ya sé, soy un fracaso, me avergüenzo genuinamente) sin embargo, nunca pude entender una cosa:

¿Por qué demonios escogía pendejos tan pendejos? ¿Qué demonios sucedía conmigo?
Medité por horas. Tuve que recordar a todos y cada uno. Nadie quedó invicto de ser un gran pendejo, la mayoría incluso lo ha admitido (excepto el progenitor de mi hijo, como Rey Pendejo se cura de culpa)

No sé... como regla, soy humana y he de cometer muchos errores, sé que con ellos los cometí, eso es obvio. Sin embargo, algo de lo cual nunca podrán reclamarme, es que muy para mal mío soy una mujer (estúpidamente) entregada.

Cuantas cosas no he hecho por la peor causa... he movido montañas, me he consumido en ojeras, en letras, en pinceladas, incluso alguna vez casi llegué a la anorexia. No quiero considerarme víctima, muchos de mis actos fueron (al menos, lo que yo creía) por amor (enfermo) y para mi eso justificaba cada cosa, no importaba lo que sucediera después. Así fue como he perdido trozos de corazón y razón, ya ni sé si los tengo de vuelta.

Parte de mis imperativos saltos al vacío, fueron producto de un mal propio de la juventud: el creerse invencible. Yo creí fielmente que no importaba, al fin de cuentas me levantaría... y en parte era cierto, pero en otra cada ocasión era como visitar un infierno de Dante y tener que escalarlo hasta salir. La última fue, por mucho, el infierno más bajo al cual he caído, y del cual más batallé para levantarme. Esto lo digo con miedo, pues si existe una próxima vez no sé qué será de mi.

He estado con algunos hombres, me he enamorado de un puñado, y he amado a pocos. Con todos me levanté evidentemente, pero jamás regresé completa ("Tener una nueva relación es como volver a morir, porque en ellas he muerto tantas veces...")... yo no sabía que he estado depositando migajas, dolores sin razón suficiente, gran parte de mi sanidad en cosas que no vienen ni al caso. Mi estúpida entrega nunca vino al caso, pareciera que el raciocinio no existe cuando se trata de amar a un pendejo. Ay de mi, lo digo yo, para mi...


Creo que el objetivo de las terapias en general es mejorar como persona, incluso tal vez, rayar un poco el paradigma de la felicidad. Yo me prometí valorar seriamente esos saltos al vacío, ya no quiero saltar al vacío... quiero aterrizar en tierras verdes y fértiles, ya no quiero pendejos, quiero alguien a quien le pueda decir hombre en lugar de pendejo.




Esto es una plática conmigo misma. No soy ingenua, y tengo una percepción de la realidad tanto presente como futura bastante acertada. Yo sé por qué estoy donde estoy, en ese lugar donde se supone que no existo... y realmente suplico con toda mi alma, no estar dando otro salto al vacío, a la completa nada, a la perdición...

Esa es mi esperanza, no sé si esté repitiendo mis ya muy mencionados patrones autodestructivos.








¡Por favor... quédate conmigo!
Design by BlogSpotDesign | Ngetik Dot Com