Miel

Más de una ocasión me he encontrado absurdamente seducida por la tentación de compartir momentos íntimos, neuróticos y filosóficos con un compañero de mi especie, tal cual farsante como yo. 
No es del todo sano en ninguna faceta (de hecho, todo lo contario), simplemente es demasiada mi tentación probar las mieles de la catarsis con otro cerebro y otra piel cuales ha poseído la misma maldición, tal cual mía.
El arte no es algo que eliges, es algo que te elige a ti; te llena, es la mayor parte de ti.. y fácilmente, te puede consumir; pero, estas son palabras absurdas para un mortal cualquiera o incluso para mayores farsantes que yo.

Y es por eso que al toparme a un macho de mi especie y sobre todo subespecie, un escalofrío me recorre todo el cuerpo, nutre mi ser, me roba el sueño, humedece mi imaginación.
¡Oh, mi hermoso y dañado muchacho, danzante del aire, con águilas en las laterales de las piernas y su lunar arriba de la ceja derecha!

¡Mi corazón palpita, está vivo... por alguien que nunca fue ni será mío, un hermoso músico con aura primigenia! Si tan solo la vida nos uniera...

Es algo totalmente fantástico la catarsis de pasión, música y tintes... electrizante, un embriagante elixir de conexión y empatía...

Y hacer el amor debajo de partituras y manchas de pintura.

Dopaminas

Mucho ha pasado desde la última vez que escribí... más bien, este vacío intento por escribir.
Antes lo hacía como dedicatoria hacia una o varias personas; hombres, específicamente. Los hombres de mi vida, algunos muy pocos más importantes que otros. Era otro regalo, otro pedazo de mi fragmentada alma que, evidentemente, no supieron cuidarlo... o bien, ni les tocaba.

Ahora escribo para mí misma y dejar al aire un trozo de mi fragmentada alma.


Hace muy poco cumplí 24 años, ni tantos, ni muchos. Me siento joven y a la vez muy vieja, en ciertos tópicos he vivido más de lo que me gustaría, tan acelerada... como si el tiempo se me fuera venir encima. Ya nada queda por hacer acerca de eso.

Pero, ahora el punto principal es el desbalance inmediato.

Muchas cosas han cambiado, maté al último Dios que me quedaba, fueron 2 este año. Ya no me queda ninguno, apenas aprendo cómo vivir sin deidades, una nativa sin memoria en alguna parte de la selva urbana. He vivido adorando a uno o más hombres únicos y divinos desde mucho más de la mitad de mi vida, siempre hubo alguien ("eterno" o intermitente) a quien dedicarle estos fragmentos y mi corazón, el cual ya ni sé cómo definirlo ni describirlo... ni sé qué forma tiene, o siquiera si aún existe uno.

Y bien, ahora en la vida atea sin hombres divinos, he encontrado un balance distinto, otros rangos de compañerismo y extroversión que no sé si alguna vez ya había experimentado (como dije, toda mi vida tuve deidades). Viví y vivo momentos que siempre quise, o eso creí; más bien, cuales siempre deseé la oportunidad de formar mi propio criterio (y el criterio no se forma a base de prejuicios, esas son pendejadas del humano antiguo-moderno). Expandí la mente, los límites... ¿Tengo límites? ¿Acaso es bueno delimitarse.o eso no es lo suficientemente evolucionado... hedonista?

Dentro de ese aparente caos, probé las dopaminas del balance ergo de la paz interior, pero también las artificiales... y las circunstanciales, por un hombre, volviendo a los malos hábitos. No diré mucho de las artificiales, ni siquiera son espejismo para mi, son... un estado alterado de la consciencia, medianamente divertido; pero, nada más. La resaca me ha sacado del yin y dura varios días, no hay precio para la paz mental, la cual he de encontrar a base de sobriedad y total abstinencia en algunas cosas.

Y en cuanto a las circunstanciales varoniles... la abstinencia de las mismas, son las que más me duelen en este momento. Que bonito fue recordar no padecer tanto pudrimiento e indiferencia emocional, sentir empatía y no pereza... 
Fue tan vigoroso, olvidar viejas caricias, esas sensaciones humanas que a veces extraño tanto, olvidarlas por completo al momento de experimentar esa incertidumbre y anhelo de otras totalmente nuevas, tierras vírgenes, semillas apenas aradas...
Sí. Mucho me temo, todo parece indicar no una mala vista o ver moros con tranchete, sino tal vez una mala interpretación de los hechos... o qué sé yo, simplemente algo de mucho menor relevancia, al menos del otro lado de la historia... pese que le doy vueltas y vueltas al asunto...
Pero, soy sólo yo, dándole importancia a lo que no debe, siempre ha sido así, siempre lo será, por los siglos de los siglos santos, Amén.
Obvio. Lo que más me duele es el orgullo, caer de nuevo en malos hábitos, en pensar todo el día en un hombre, recrear los hechos pasados (y es que, Dios mío, como amo a los hombres y como a veces me lastiman tanto) ya sin relevancia, sólo para mi. Siempre yo, siempre míos... mis recuerdos, tan míos, tan secretos, tan-quisiera olvidarlos; que dejaran de existir, como yo ya dejé de existir en tantos corazones.

Sí. Padezco abstinencia de dopaminas artificiales y naturales, tan así que deseo no haberlas experimentado antes para no encontrarme en este estado sonámbulo y ridículo, con el orgullo herido. Las artificiales me valen madre,

y las otras... bueno, ojalá pudiera recordar sin que el presente me llenara de amargura y despecho. Ojalá pudiera dejar de pensar lo magnífico que hubiera sido besar esos nuevos labios, nuevos escenarios, un emocionante comienzo de lo que sea, delimitar esos asuntos por el momento no me importa en absoluto.


Lástima... debo aceptar el presente tal y como es:

Vacío, solitario y ambicioso.


Después de la Tolvanera

Aquí en mis tierras no hay huracanes: hay tolvaneras. Ni tan serias, ni tan catastróficas (la gran mayoría, al menos) ni tan letales, ni tan frescas.
Aquí en mis tierras hay tolvaneras: remolinos de arena, tierra, contaminación y soledad; sublimes, pero abrazadoras. 
Primero el cielo oscurece, algo parecido a cuando amenaza una lluvia, excepto que en el desierto pocas veces realmente caen unas cuantas pocas gotas de agua que no tardan en evaporarse. Como decía: el cielo oscurece, con lo que parecieran ser nubes y en parte lo son, pero en gran parte es un gran flotante montículo de tierra. 
Después, llega la tolvanera. No sólo la luz atenúose notablemente, sino que da un tono ocre y tenebroso. Dentro de la tolvanera nos curamos un poco del hastiante sol, a cambio de eso nos quitan los ojos: pican, llueve tierra, arena, contaminación y soledad. Los pulmones respiran esquirlas, nos guarecemos en cualquier lugar estrecho o no, pero sí cerrado cual nos proteja de la temporal tempestad.
Y finalmente, en un rato llega la calma. Poca tierra revolotea el lugar, al menos ya es transitable, al menos respiro contaminación y ya no (tantas) esquirlas. Las tolvaneras más fuertes dejan destrucción a su paso, pero nada demasiado severo para un pueblo acostumbrado a las inclemencias del desierto.

Empezando con mafufadas, ahora concluyo que hubo una gran tolvanera hace años, de la cual la tierra se me metió hasta la médula. Como cuando de niño se va a la playa y se mete arena hasta por lugares antes no conocidos, la tierra me llegó por zonas que apenas alcanzo a apreciar de mi extensa anatomía. ¡Tenía la vista tan nublada!
Y bien dicen, que la ignorancia es una bendición.

Ser ciega un rato me ayudó mucho, pensé de diferente manera, aprendí a razonar con otros métodos. Conocí la paz, fuera de mi distimia por nacimiento. 

Ahora, me enfrento a lo que yo creo y espero ser la colita de la tolvanera: me restriego los ojos sintiendo las esquirlas de tierra, siento el olor a polvo, estornudo mis entrañas. Ha sido un año terrible, lleno de cortinas de humo, sorpresas non gratas y abandonos.


Me siento enferma... pero, al menos:


Ya pasó la tolvanera.

Apéndice

Mucho tiempo tuve para meditar y concluir.

Quién lo diría... lo de antes ya nunca fue de mi parte,
y de la suya pues, en realidad nunca existió.


Creo que es hora de sencillamente cerrar este capítulo de mi historia.


-Fin-

5

Son las 5 AM en punto. Leí algunas entradas viejas de este blog...


Ahora dormiré arrullada de un sabor añejo y amargo... que tragedia es recordar la alta traición de lo que alguna vez fue un ser amado.




Una verdadera tragedia...

Dimensiones


A veces quisiera que las cosas fueran diferentes.

No como lo planeaba (en toda mi ingenuidad e inocencia), pero... al menos, diferentes.

No tan extremas, no tan idealizadas, tal vez un punto intermedio, donde de alguna manera haya podido tener la suficiente disciplina, raciocinio y frialdad como para separar los asuntos del corazón sexual con el corazón fraternal. Conservar un poco de ese cariño puro y limpio, y si no una comprensiva lástima hacia aquellos indigentes (y no me refiero a carentes de bienes materiales).


Pero no pude, no puedo. No pude seguir castigándome ¿Para qué seguir tolerando hostilidades?

Hice lo mejor que pude... durante años, muchos años. Y soy joven, así que me atreveré a decir que lo intenté la mayor parte de mi vida consciente. Ya me salen canas y ahora uso lentes, para variar...


Viendo hacia atrás hay cosas que extraño mucho, no sé si por mero gusto o si por una razón tergiversada, asumo yo que era más ideal y romántico tener un camino trazado por alguien más, un hombro en quien descansar, un oráculo maravilloso que podía saberlo todo.


Días como hoy maldigo mi memoria. Tengo una impresionante memoria, puedo recordar qué usé cada día a partir de 2 semanas anteriores, en qué bolsa guardé qué, segundos nombres olvidados, apellidos, entre otras curiosidades. Si llego a perder algo ha de haber sido porque se me cayó en el camino...

Y en este preciso momento me doy cuenta que justamente eso ha pasado. Ocasionalmente, encuentro un muy breve lapso de tiempo (¿quién tiene tiempo ahora?) para recordar, rara vez para extrañar. No soy (tan) ingenua ya, no espero reciprocidad kármica. Estoy totalmente consciente que puedo ser totalmente irrelevante, un número más, una persona más, una pinche loca más, una cualquiera más, una ordinaria más... da igual.




Por ahora cierro mis memorias para poder concentrarme en cosas materialistas, sin embargo todos los días recuerdo... no uno, sino varios; y no un recuerdo, sino varios.

Unos calan más que otros, por supuesto.

Sacrificios

He conocido criaturas no-humanas.

Siempre he sido una mujer vertiginosamente entregada, en carne, alma e incluso partiendo centavos a la mitad y numerosas fracciones, quedándome yo con la parte más pequeña. Sin decirlo, sin preguntarlo, muchas veces sin siquiera analizarlo: simplemente entregando.

He de admitir que gracias a eso he perdido la cabeza incontables veces, en esos ayeres me obligué a cavar la ruina y bien merecida, pues es el castigo de entregar hasta la última partícula por nada. Eso sería la cosa más deprimentemente bella, como un poema de Allan Poe o una sonata de Chopin; pero, pinche realidad ésta.

No estoy en la época romántica ni renacentista, ni siquiera vivo en aquella donde hasta los ladrones tenían código de honor y preferían castrarse unos a los otros antes que tocar a la familia.

Antes... era más egoísta. Era yo y ellos, o bien el amante en turno. Nadie más "¿Para qué?" me decía.

No pasó mucho tiempo para caer en cuenta de mi egoísmo: no soy sólo yo, aunque a veces quisiera (ya no se puede volver demente uno solo siquiera... y que tristeza). Poco a poco me di cuenta del gran peso que cargo sobre mis hombros, gran parte una muy desgraciada faramalla psicológica heredada, y el resto la puta realidad.

Siempre he hecho sacrificios a costa de mi propia felicidad, lo he dado todo para casi siempre recibir orina, cenizas de cigarro y mentadas de madre. Al menos, fui aprendiendo qué majaderías tomar y cuales no tanto.


Siempre he sido una mujer entregada... y pese lo que ahora pueda parecer, estoy muy orgullosa de ello. No importa si me queda un solo centavo, lo partiré en 3 y me quedaré con 1 parte; mañana me levantaría para ganar el siguiente, estudiaría y obtendría más.


Después de aprender la real valoración del humano y de desempañarme los lentes que ahora sí uso, me doy cuenta que el hecho de poder dar (más que cobrar lujos y comodidad) es uno de mis más potenciales motivantes.



Es una verdadera lástima... sentir que lo he dado todo, sacrificado todo, pospuesto todo a cambio de casi nada.






Tal vez sí estoy equivocada.
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