El Hito

Era de mañana. El doctor me dijo "¿Ya comió? ¿Sí? Bueno, nos esperaremos a la noche" me sentí tan abrumada, casi como cuando me enteré aquel día de Febrero que estaba embarazada. 

"No debía llegar hoy... debía llegar en 2 semanas..." pensaba, liada y angustiada.

Hablé con mi ex socio. Hice otros pendientes, para las 4 de la tarde seguía trabajando en mis quehaceres laborales, como si el mundo siguiera rodando. No me di tiempo de pensar, de digerir... apenas alcancé esparcir la noticia para algunos cuantos interesados, mi familia se encargaría del juglar restante. La pañalera ya estaba lista desde hace unos pocos días antes, llámalo instinto. 

Iba a dar a luz a un nuevo ser humano, un pequeñito humano que estuvo en mi vientre apenas 4 meses, pues los 5 meses anteriores no tuve la oportunidad ser consciente de su cálida existencia (siempre lo he admitido que en ese entonces no había calor, sino espasmos escalofriantes). Me preparé lo más rápido que pude, cargando una inmensa panza que rompía mi piel en grietas cuasi-desérticas; mi padre me dio un beso, mi abuela me dio su bendición. Mi hermano hizo enojar a mi hermana, pues no quería colgarme el teléfono para muy a su manera prepararme hacia lo próximo venidero. 

Sólo hasta que estuve tranquila, acostada esperando mi crucifixión tuve tiempo de medianamente digerir la situación: iba a ser mamá. ¿Cómo chingados iba yo, Marcela Pérez, a ser mamá? alguien que nunca quiso ser madre, alguien quien piensa que todos hacemos mierda al mundo porque no sabemos educar criaturas inocentes. Así fue como de hecho, mi mente no pudo digerir ni mierda; mejor, como una buena película de humor negro, por alguna razón se reproducía en mi cabeza una y otra vez al buen Louis Armstrong con su mítica canción "I'm in Heaven". No, no me sentía feliz, ni mucho menos en el cielo: me sentía en el pinche infierno, muy dentro de mí me sentía en el infierno. En el infierno, tocando en un tocadiscos con voz aguardientosa "Heavennnnnnnnnnnnnnnnnnn..... I'm in heavennnnnnnnnnnnnn [...]" mientras leía "El Dragón Rojo" sofocada por los bochornos maternales.

Se podría creer lo contrario, pero en ningún momento me sentí sola. Es cierto, no tuve al otro procreador a un lado mío, pero jamás tuve ese ideal, ni esa imagen mental, no puedo perder algo que ni siquiera concebía.
No. Tenía a mi mamá, a mi mamá con sus eternos ojos tristes, más preocupados de lo normal, acariciando mi mejilla para despertarme  suavemente cuando debían de canalizarme más suero en las venas.

No, no me sentí sola... hasta que llegaron para llevarme al quirófano. 
"Ve, mamá. No creo que pasen en esos minutos por mi"
Así que, me puse esas cosas ridículas azules en las extremidades, me acosté en la camilla y entré al quirófano... sola. 

Un crucifijo en cadena plateada gruesa, una vestimenta ocre, el anestesiólogo grosero, luz... mucha, mucha luz. Frío, manos por todas partes. Mi enorme panza descubierta, el bebé pateándome. Sabe que algo ocurre. Más sustancias por las venas, una aguja atravesándome las vértebras...  Demasiado. Lágrimas, una voz femenina confortante diciéndome "todo estará bien, no se preocupe"
Así, me dejé entonces a cargo de las manos que me rodeaban y decidí hacer un enorme esfuerzo por ser fuerte, calmarme y esperar a que los jalones terminaran. 

"Ya va a nacer". Llanto. Silencio... no te alarmes Marcela, todo debe ser un procedimiento estándar. "¿Dónde está la adrenalina?" enfermera corriendo, ginecólogo con un gesto en la cara extraño. Pregunté qué sucedía, no me contestaban. Jaloneos, la anestesia pasaba. "Pulmón... colapsado... apnea... paro respiratorio... informarle..."
"Ok, doctora". No hay problema, Marcela. Tal vez cuando salgas del quirófano te entreguen a tu bebé.

Me trasladaron al postoperatorio con un dolor increíble
"[...]And my heart beats so that I can hardly speak [...]"
Creo que dormí un poco, la anestesia tiene esos efectos. Sentí algo en el vientre ¡mi bebé seguía conmigo! no, espera... es mi útero contrayéndose. Allí no hay nadie, esas no son patadas. Estaba sola.

"Segundo paro... trasladaron... infantil..." 

"Bueno" pensé "tal vez muera y todo esto habrá sido para nada, y no sé haré otras cosas... pero, no quiero que muera"

Dolor, mucho, mucho dolor.  "[...] And I seem to find the happiness I seek, [...]" Mi madre con cara lúgubre, fingiendo ser fuerte para mi. Me visita mi tía, mi amigo... no puedo llorar, físicamente me arde en el vientre llorar. Mi hermana está con su sobrino en terapia intensiva, me dice que todo está bien y estará bien, un mensaje suyo que me rompió lo que todavía quedaba de mi. No podía llorar, duele mucho. Todo duele mucho, por todas partes. 
"[...] When we're out together dancing cheek to cheek"
Soy un vegetal, veo al vacío, las emociones me duelen. Sólo canto en mi cabeza con voz aguardientosa "Heavennnnnnnnn, I'm in Heavennnnnnnnnnnnn"

Era una mamá que no quería ser mamá, sin su bebé. No conocía a mi propio bebé, esa criatura que salió de mi vientre y muy apenas alcanzó a llorar... oh, recordaba ese llanto, duró muy pocos segundos, pero podría distinguirlo inmediatamente en una multitud de bebés chillones.



Al tercer día de agonía, salí del hospital y arreglaron que yo pudiese conocerlo. Hoy admito que tenía tanto, pero tanto miedo y no sabía por qué... pero, ahora sé que tenía miedo de aceptar todo lo que sabía que sí estaba sintiendo; era demasiado doloroso, demasiado. Me crujía en las suturas ensangrentadas de mi vientre, no era capaz de asimilar lo que estaba sucediendo. Así que, levanté un mecanismo de defensa y me canté "Heavennnnnnnn, I'm in heavennnnn and my beats so that I can hardly speaaaak".

Con pasitos atravesé la sala llena de bebés prematuros, me abrí paso entre mis dolencias para conocer a ese bebé fuerte que había sobrepasado todas y cada una de las pruebas que significó ser yo quien lo gestara y trajera al mundo.
Él fue la cosa más hermosa que haya visto en mi vida. Tan grande, con ojos bellos, su melena de León. Lleno de pequeñitas costritas en todos lados debido a las inyecciones y sustracciones de sangre constantes. Mi pobre bebé... no sabía qué decirle, nunca supe hablarle a los bebés. No lo hice, pero quería irme pronto, antes de que se terminaran los pocos minutos que me dieron con él. Me daba miedo amarlo para luego perderlo, no podría soportarlo.

Ese día dejé finalmente de tocar en mi cabeza "I'm in heaven"

Pocos días después de mucha angustia y dolor físico, me permitieron cargarlo. Fue una experiencia religiosa, dejé el tapabocas húmedo de lágrimas y mocos.


Así fue como 8 días exactos después del parto, me dieron al fin a mi hijo. Su cuna lo esperaba, yo lo esperaba. Recuerdo ese día no dormir, tenía miedo que algo, lo que sea, fuera a pasarle de malo. Él era perfecto: dormía plácidamente, se alimentaba bien, casi no lloraba, me quedaba observándole por horas y horas.



Hoy no vengo hablar acerca de resurrecciones, ni de mágicas procesiones. 

No vengo a hablar acerca de la línea que divide el antes y el después, ni que el antes era horrible en contraste con el bello después.

No vengo a decir "voy a cambiar" o "ya cambié" ni mucho menos a arrepentirme de nada. No puedo arrepentirme de absolutamente nada, acerca de lo que sea... cada detalle, cada minúscula partícula me han traído al día de hoy. Ni siquiera hablaré acerca de todo aquello que creí no ser para mí, el caos hospedado en mi durante algunos meses tuvo su vertiente y ahora ha terminado de drenarse.


Hoy, mi hijo Leonardo, fuerte como un león cumple 4 meses. Soy mamá soltera, tengo tatuajes, un montón de experiencias que contar, asuntos turbios y fraudulentos de historial. Nunca tuve el sueño ni la ilusión de la familia perfecta, yo nunca quise tener familia. 


Nunca quise tener hijos, desde el principio de este proceso he dicho que el universo me obligó a tenerlo, cosa que digo con mucha dicha.

Los Horrores del Mundo III

El Eunuco

Si recuerdas que las personas no cambian, te ahorrarás muchos problemas.

Esto será largo y lleno de nocivas emociones, la memoria está muy fresca. 

Él tenía un sobrenombre 100% no-despectivo, pero metamorfosease en mosca... mínimo.

A El Eunuco le conocí en la cosa más ridícula del mundo: redes sociales. Yo estaba como siempre en una cuasi-relación (que de ahora en adelante llamaré "Comodines" pues en cualquier espacio/tiempo encajan para cumplir su función) con ánimos de salirme. Mi historia con Frío ya había terminado al menos por ese momento y estaba en ese inter-vulnerable (que más bien, se traduce a toda mi vida). Tenía muchas ansias de llenar vacíos de las maneras más inadecuadas ¡Uno lo sabe, sin embargo ahí vas...!

Así fue, un muchacho del cual yo desconocía totalmente me invitó a comer. Acepté no por imaginaciones extrañas, sino por impulsiva para salirme de la poca rutina diaria; aparte, tengo cautas precauciones para salir con anónimos. Mi impresión de él fue mala, no era para nada mi gusto ni en características físicas ni en los resultados que me arrojaba su apariencia con botas rancheras de pico... mucho menos en aficiones, ese apartado era por mucho lo peor del caso. Creo que sólo le vi como blanco fácil si es que se me antojaba, otro objetivo al cual volcar mi atención al menos por un rato.
Salimos al día siguiente en la mañana, de mi parte por aburrición y para salirme de la rutina... y estoy bastante segura que de la suya también. 
La tercera ocasión no es algo que relataré con detalles, simplemente diré que me salí con la mía y me divertí bastante, sin pensar en consecuencias, sin analizar las cosas... algo que no está del todo mal, los putazos de la vida me han alejado mucho de la persona impulsiva cual yo solía ser.

Fue como empezamos a frecuentarnos, como algo impulsivo, sin pensar: meramente carnal, fuera de su rutina. Ahora me doy cuenta que esa era mi función: sacarlo de su rutina y aflorar los instintos que tan celosamente oculta su existencia; una catalizador, nada más. Y bien, pasamos así no sé... pocas semanas.

Yo estoy bastante consciente que soy débil a enamoramientos y los enamoramientos, amiga mía, pueden terminar muy mal cuando se cae esa cortina que destellaba ilusiones y cuestiones químicas... entonces, no me preocupé demasiado por mi parte: me iría de la ciudad y fin de la historia.

Los problemas comenzaron cuando hice caso de algo que me molestaba, esa intuición que pica en el cerebro (yo ya he vivido mucho en esas cosas... demasiado, diría yo). Lamentablemente como casi siempre, tenía razón: este semi-hombre tenía novia, la cual había negado varias ocasiones. 
Todos tenemos nuestra moral: ese rango flotante de lo que creemos tolerable, justificable y demás. En mi caso, yo no tomo nada que no es mío ni viceversa (podré ser y hacer muchas cosas, pero eso no).

Una novia, con planes de boda, de 3 años... sí, el asunto era malo, muy malo. Hubiera sido menos malo de no ser que ya me había confesado que ya le había sido infiel antes... ¿comprenden el patrón? total. Ese día que me enteré, él la cortó de una manera poco civilizada y nada cortés y empezó conmigo. Sólo recuerdo estar muy temerosa... las personas no cambian, no pueden cambiar. 

Ese fue el inicio: fui "la otra" y para variar, me había prometido compenetrar sus planes de vida con los míos.
No voy a mentir, hubo muchos momentos muy disfrutables que lamentablemente los acontecimientos actuales ya opacaron totalmente el vago recuerdo de lo más semejante a "felicidad". Eso ya se fue al carajo.

Como ya expliqué antes, los dos nos pusimos una máscara que no nos pertenecía: yo intenté encajar en su mundo bélico la cual ha sido uno de los retos psicológicamente más grandes de mi vida y él intentó darme gusto en mis asuntos bohemios, pero sobre todo en ocultar sus verdaderos pensamientos. Cuando finalmente las máscaras se cayeron, debo decir por primera vez que me sentí muy decepcionada: sentí que me habían cambiado un hombre por otro hombre, puesto que este nuevo hombre que ya medio hablaba y se expresaba no era para nada la persona "balanceada" que se me había puesto enfrente; asumo sin temor a equivocarme que le sucedió lo mismo.


Este capítulo de mi vida me provoca mucha ira conmigo misma: debí de hacerme caso o bien, debí ser más puntual en tomar acciones de asuntos cuales yo ya sabía no iban a parar a ninguna parte buena. ¿Me faltó valor? ya no sé... y ya no importa.

Si bien aprendí que no es necesario compartir simbióticamente aficiones, es poco mejor compartir ideologías. Cuestiones de lógica: su educación giró entorno al dinero y todas esas definiciones ya ni capitalistas, sino secamente materialistas; la mía giró entorno a la educación misma, el dinero es importante, pero no como objeto de la inexistente felicidad. Siempre respingué su derroche, ocasionalmente me presumía los fajos de billetes que transportaba en una bolsa negra. Era algo que me incomodaba demasiado.

El asunto de la guerra muy aparte del "Pro" y del "anti" va más allá de.
Algo que observé de esa muy reprochable afición, fue primero que todos los practicantes estaban totalmente inmasculados y esa era su forma de recuperar su masculinidad, sin tener que comprometer sus lujos. Tal y como cualquier otra afición que se sale de las manos, preferían comprar juguetes caros a necesidades más apremiantes. Allí obtenían sentido de pertenencia, valor individual y cada juguete era una extensión de ellos mismos, como si presumieran el tamaño de su pene. Un gran experimento social mío.

Una de las cosas que más chocaban era su promesa hueca de tomar en cuenta mis metas. Siempre supe que jamás lo haría, nunca se interesó en realidad ni en materia, así con los meses me dijera cosas totalmente diferentes. Las acciones hablan, pero pocos tienen el valor de tomar este hecho y tragárselo... yo no lo tuve. En cambio, como buena estúpida que soy (ya descubrí el origen, pero ese es otro post) yo invertí tanto tiempo y esfuerzo en las metas de otra persona. Malas decisiones, all around.

Dejando chismes e irrelevancias a un lado, puedo concluir con las siguientes observaciones:
Las personas no cambian. NO cambian.
Cuando observé cómo había y seguía no-tratando a sus ex novias anteriores, sobre todo a la de más peso cronológico, me vi totalmente reflejada. Peor aún: cuando vi a un hombre que la fidelidad no le causaba ningún pendiente, es totalmente de pendejas pensar "a mi no me va a pasar".
Metámonos en la psique de El Eunuco: aquí observamos a un hombre que claramente desde su infancia nunca se le enseñó a enfrentar sus problemas, carente de amor fraternal y de una figura sólida paterna. El resultado es un adulto biológico que primero nunca dice la verdad porque no está acostumbrado a enfrentarla, sea cual sea; por lo tanto, tiene 2 evasiones: la guerra y el sexo. Estamos viendo a un -lo que yo llamo, sin tener estudios al respecto- completo sociópata: no le importa interactuar con personas que no le causen cierto beneficio (y hablo de supuestos amigos y personas no tan cercanas. Es simple de comprobar: cuando a mi papá lo internaron como 4 veces en un año, no sólo nunca apareció sino que una ocasión hasta estaba jugando videojuegos mientras yo esperaba en emergencias), tampoco las cortesías y códigos sociales, no le interesa la educación ni temas tan básicos que nos componen como humanos tanto como sociedad.
Pero lo más inaudito es la cobardía de El Eunuco. Me explico:
Debido a que nunca se le enseñó enfrentar absolutamente nada y hasta la fecha, este humano es un manojo de miedos: miedo a lo que piensen de él (jamás lo admitirá, pero tengo un par de anécdotas al respecto), miedo a lo desconocido (bueno, ésta es muy común), muchísimo miedo a quedarse solo (cuéntale: van mínimo 5 años con pareja formal, y no precisamente la misma), miedo a quedarse sin la máscara que se ha formado y expuesto (quién querría descubrirse como un cobarde pasivo-agresivo, todo se trata de apariencias) y finalmente miedo a quedarse con lo único que siempre ha poseído sin mucho esfuerzo: el dinero, lo único que le han enseñado que vale.

Miedos, miedos y más miedos. Con ego, pero sin autoestima: una persona con autoestima enfrenta sus miedos, tal vez no todos pero sí; una persona con autoestima no es celoso, esa es otra regla universal. Total, este wey tuvo tanto miedo de algo tan apremiante como un bebé, que de un día para otro cuando sus miedos -otra vez- le derrotaron empezó a negar a mi pobre criatura de todas las maneras que pudo, diciendo todas las falacias que pudo imaginar.

Y es aquí cuando me reclamo: Yo ya sabía que nunca se iba a ir, yo ya sabía que es un cuernudo, yo ya sabía que la única diferencia entre él y algún otro bohemio de mi historial era que a él le pagaban mucho por casi nada de esfuerzo (como un... tarararán, VAGO), yo ya sabía que él jamás enfrentaría los problemas que se nos habían creado... yo ya sabía que esa máscara que me presentó en un principio fue sólo eso, fue la emoción del momento, lo de siempre. Yo ya sabía que para él es tan sencillo olvidarse de cualquiera (amigo u otra cosa. Nadie es especial y la gente NO cambia), yo ya sabía que había caído en una relación donde -otra vez- yo tenía que compensar su falta de carácter. Yo ya sabía que se iba a aprovechar de mi, yo ya sabía que no debía dedicarle tanto de mi... yo ya había aprendido desde hace mucho cómo lucen las promesas vacías... yo ya sabía muchas cosas, unas las ignoré por comodidad y otras pues, no me hice caso. 

En ocasiones como ésta realmente quisiera no tener la razón. Hubo una ocasión donde él cayó en la desesperación (y yo canté victoriosa porque finalmente había penetrado en alguna emoción humana) porque le insistí que no es posible que un humano no posea necesidades emotivas y de expresión, es ilógico, no es racional y ciertamente no sería humano. Evidentemente esto es algo que le han reclamado muchas veces en su vida. Me hizo dudar de mí misma, de las cosas que sí sé por seguro... después de mucho tiempo concluí que no sólo yo sí tenía razón, sino también descubrí todo el desmadre de sus miedos.


Recuerdo que cuando todo este asunto comenzaba y yo toda desconfiada del cobarde que él siempre ha sido, le pregunte en el mejor tono y con genuina intención si deseaba olvidarse a propósito de la existencia del próximo bebé... ojalá hubiera enfrentado sus miedos y respondido la verdad, nada más habría pasado. 



Y bueno, el hubiera no existe.


Los Horrores del Mundo II


Bien, me he desviado un poco del tema, pero al menos ya saqué eso de mi sistema.

Siguiente terror:

Frío


Me acabo de dar cuenta de que soy asquerosamente cíclica.

Primero platicaré los hechos y la línea del tiempo, luego concluiré con mis muy acertadas 


A Frío le conocí hace bastantes años, yo rondaba entre los 14-15 otoños, en mis tiempos (oscuros) de secundaria.
Cuando recuerdo esa época, sólo evoco siniestros adjetivos: sentirme muy sola pues como ya he contado antes, las raras no tenían amigos.
Así que durante algunos pocos años tenía largas épocas de socialización online. Era fácil, podía ser quien yo quisiera, no veían mi apariencia (yo me consideraba tonta y fea) y podía defenderme si era necesario. Resulta que en esas salas de chat fui muy popular, todo lo que no era en vida real. La precocidad, algo que especialmente llamó la atención de los usuarios en ese entonces, yo estaba orgullosa de ser "precoz", sentía de alguna manera destacarme (claro, ahora pienso muy distinto al asomarme a esas ventanas).

Un día cotidiano muy probablemente después de regresar de la secundaria, un usuario con un nickname en náhuatl comenzó conversación conmigo y ese mismo día intercambiamos MSN Messenger (¿El amor en tiempos de la tecnología?). Nada del otro mundo, era o es un procedimiento común y estándar.

Frío se posiciona en este segmento de la línea del tiempo porque mi historia con él fue totalmente cíclica hasta apenas el año pasado.

Yo ya había iniciado mi historial de mujer... NIÑA de alguien, con consecuencias desastrosas. Me envolví en un drama romántico y patético, que incluía arresto domiciliario para evitar ver al objeto de mi super "maduro" amor, este drama duró otros años más, pero esa otra historia para mucho después.
Entonces, mientras todo ese caos desarrollase, conversaba con mi amigo Frío, siempre por chat. Pero, sus pláticas eran muy diferentes a las de "mi hombre"... él hablaba de música, él hablaba de arte. Fue como recordé o bien, fue como obtuve real consciencia que desde cobrar uso de razón había estado rodeada de partituras, libros y por mi lado, de tintas, pinturas. El muchacho despertó mucho mi interés, escarbó una parte de mi que debido a mi inmadurez biológica y mental había obviado su existencia hasta el punto de olvidarla. Con el paso del tiempo se fue volviendo mi amor platónico (1/2).

Su comportamiento era errático, nunca estable. Nunca volvió a ser asiduo de las herramientas de internet, eso fue casualidad y circunstancial. Un día le conocí, en el centro de la ciudad pues él tocaría su guitarra y cantaría con su estridente voz por alguna de tantas causas perdidas de los bohemios... pero, no fue nada como me lo había imaginado, fue más bien indiferente y de 1 o 2 minutos, sólo ese tiempo me prestó su atención.

Y como dije, su comportamiento era errático. Ocasionalmente conversábamos, a veces no. A veces mostraba interés, a veces no. Recuerdo una vez (asumo yo que estaba ebrio) me confesó su agrado por mi, después de eso desapareció... no por cobardía, sino por desinterés. Él tuvo el ego suficiente como para autoproclamarse "mi maestro", pues yo era una niña indefensa que sólo quería conocer el mundo... y convivir con el mundo del arte. Y me lo tomé muy en serio: cualquier libro que me recomendaba lo leía, cualquier canción la bajaba (ya existía Napster y posteriores).

Retomábamos contacto muy esporádicamente.

Yo cumplí 18 años, había sobrevivido la preparatoria y tronado otra relación larga (iban 2). Tenía hambre por conocer el mundo y sentía que ya me había distraído mucho con hombres (1 año y medio + 1 año y medio = 3 años, pero fue mucho más que eso) y yo estaba demasiado joven para esas cosas. Él me volvió a tomar como su "pupila" y ahora incluyó en sus "lecciones" temas más propios de la edad. Falacias, todas fueron falacias.

De nuevo, ocasionalmente conversábamos, a veces no. A veces mostraba interés, a veces no. Me usaba tal cual muñeca, me hacía sentir inferior tal cual niña.

Poco después se fue de la Comarca, pero continuó siendo mi amor platónico (1/2) durante unos 5 años más. Muy ocasionalmente hablábamos por chat, casi todos los días checaba sus redes sociales observando su actividad, si es que había. En esas pocas conversaciones, noté que yo le causaba cierta nostalgia tal vez mezclada con cariño, no sabía cómo definirlo. Venía poco a la Comarca, yo con toda mi ilusión... claro, me volvía a usar. Otra vez.

Por ahí del 2010, yo -de nuevo- saliendo de otra relación, me topé con Frío. Frío estaba vulnerable, la mortalidad de su padre (al cual debo decir, jamás hizo mucho caso) acechaba su poca paz mental. Por alguna razón, esta conversación fue muy diferente a todas las demás: me bajó el cielo y las estrellas. Y yo, como debía de ser, caí redondita... así, toda estúpida, casual. El plan fue irme a vivir con él apenas terminara la carrera, me faltaba poco menos de 1 año. Como los sentimientos tal cual las palabras se esfuman, no puedo compararlo con sensaciones anteriores ni ya vividas... sólo recuerdo ponerme tan, pero tan feliz (¿o "feliz"?) y duré días flotando. ¿Se imaginan? al que nunca le fui suficiente, mágicamente ya lo era, y mágicamente al fin quería iniciar algo conmigo. Mi amor platónico desde hacía 6 años.

Lo que sucedió después no se lo he dicho a nadie, porque me da tanta, pero tanta vergüenza:
Así pues, comencé a "prepararme" en todo lo que se me ocurriese: a leer más para que mi intelecto le fuera un poco más suficiente, a fijarme qué debía aprender para vivir fuera de la casa paterna, me compré ropa para ser más guapa ¡Y el colmo! hasta me inscribí en un gimnasio al cual iba de manera religiosa de lunes a viernes 2 horas (si no iba los sábados, era porque cerraban temprano). Mi horario era agotador: En la muy mañana hasta en la tarde, Universidad; en la tarde hasta noche, trabajo; del trabajo al gimnasio, del gimnasio a la casa, de tareas a dormirme muy, muy de madrugada; pero lo valía por mi Frío. Así duré meses preparando mi cuerpo, cerebro y alma para el gran día.

[No imaginas las cosas que hice por él]

Frío se había desaparecido del mundo virtual, pero eso no era fuera de lo común. En sus redes sociales empezó a aparecer una muchacha, pero eso no era fuera de lo común tampoco, pues es la cosa más ordinaria del mundo que los músicos tengan un séquito de mujeres... aparte, él podía hacer lo que quisiera, a fin de cuentas no éramos novios.. no aún al menos, pero próximamente sí. 

Pero yo nunca olvido, así que tenía en la mente a esa muchacha. Sólo en la mente, nada más.

Se llegó el día de mi visita a su nuevo hogar, era una simple visita, todavía no era tiempo de mudarme. Como "buena" mujer, ahorré para ese viajesito (que debió de ser para un fin de semana), pedí permiso con todos mis maestros de la Universidad y en mi trabajo (no les cayó mucho en gracia, pero era mi Frío). Compré el boleto. 
Le mandé un mensaje a Frío para ponerle fecha. No hubo respuesta.
Esperé hasta el día anterior de la fecha marcada en el boleto, seguía sin haber respuesta. Entonces, me amarré los ovarios y le marqué. Fue algo así como "Lo siento, ahora no puedo, mil disculpas" nunca le mencioné ni el boleto, ni los permisos, ni nada. Lloré desconsoladamente por días, realmente tenía ganas de verle y me había esforzado mucho por verle.

Entonces la ansiedad se apoderó de mi. ¿Por qué?

¿Por qué? (yo en mi mente siempre disculpándolo, por supuesto "Pobresito Frío, quién sabe qué le ha de pasar")



Poco después el tiempo me fue dando la razón: No sabía desde cuándo, Frío ya tenía otra mujer viviendo con él. Y nadie me avisó.

Evidentemente, me sentí una verdadera estúpida. A Frío lo había puesto una pedestal, a todos los comparaba con él... no había nadie más inteligente, ni más apuesto, ni más la chingada. Yo ya tenía quien me consolara -OTRA VEZ- pero de verdad, pocas veces me han roto el corazón como esa.
Empecé a pensar con la cabeza fría, al fin... de en ese entonces en adelante, sólo me podía esperar que un glorioso día se acordara de mi, me diera una explicación y pidiera perdón. Y sabía que ese día estaba mucho, muy lejano.

Para no hacer la historia más larga, sí llegó ese día y por primera vez en mi vida, le contesté llena de rabia. No fue hasta el año pasado que estaba aburrida y buscando consuelo (por otra de tantas relaciones fallidas, pinche madre) que moví esas aguas. Y lo conseguí.

(Siempre consigo lo que quiero, pero no siempre debería)

Me formé de nuevo esa ilusión, ya con menos proporción pero ilusión a fin de cuentas. Le disculpé de nuevo "Pobresito Frío, su papá murió, hay que comprenderlo" y decidí exponerme una vez más: le pedí por adelantado dinero a un cliente, le exigí su paga a otros, no recuerdo si pedí prestado (cosa que ODIO, pero lo hago si creo que algo puede valer la pena. Tonta, ESTÚPIDA de mí) y le visité. 

La conclusión fue gloriosa: después de esperar 2-3 horas, el wey no sólo nunca llegó a recogerme, sino que me las arreglé para llegar al centro de la ciudad y cuando finalmente se apareció, apestaba a alcohol rancio. Yo pagué por prácticamente todo y me la pasé encerrada, en una ciudad que no conocía y tenía tantas ganas de pasear. Aunque yo pagara, fue inútil: el cabrón se acostó a ver televisión toda mi estadía. El colmo fue cuando de regreso a la terminal, me volvió a recitar una de sus fabulosas lecciones de "maestro": jamás puso las cartas sobre la mesa, jamás obtuve merecidas explicaciones, jamás se iban a hablar y aclarar las cosas como gente pensante. Después de esa letanía, me di cuenta que nunca las obtendría y ya no importaba, es más. Según él, me daba la "opción" y era mi "decisión", lo que él nunca supo es que desde que me hizo esperar 2-3 horas en la terminal porque el hijo de su puta madre no pudo siquiera moderarse el día anterior a mi tan "aclamada" visita, ese instante fue cuando yo decidí o más bien recordé que:
*Tarararán*

Las personas NO cambian.

Así que, ahora metámonos en la psique de Frío:

Frío es un vago, un artista (porque sí lo hace bien) no realizado y definitivamente frustrado (esto último, como mi papá... pero él sí se realizó por muchos años). Tiene mucho ego, pero muy poca autoestima (usualmente usa el primero para cubrir el segundo). Pese a que se ande por el mundo gritando que está solo porque quiere y porque así está mejor, él (como yo) tampoco sabe estar solo, pero tampoco sabe estar acompañado, ya que no le interesa manejar mejor su carácter entorno a una mejor convivencia. Frío se siente tan solo que prefirió por años dejarme ahí, lo suficientemente ilusionada para en cualquier momento de sus crisis de soledad tomarme. Tal cual muñeca.



¿Y en cuanto a mi? Es muy obvio que he tenido y descrito miles de equivocaciones mías... yo voy al último de todos, y no me tendré ni poca piedad.


Opaco


No me da pendiente revelar nada mío, la razón es simple: estoy totalmente en contra de las apariencias que nos han enseñado a conservar. Dañan la convivencia, dañan a la sociedad misma. Durante siglos la humanidad ha sido hipócrita: clamando ideales conservadores y adulterando por debajo del agua. Se nos enseña a mentir y que mentir es conveniente y es bueno, aunque los mandamientos prediquen lo contrario (¿Cuántas mentiras has dicho el día de hoy, por ejemplo?) Negar nuestros pecados tan intrínsecos de la humanidad es un dogma como cualquier otro. Guardamos apariencias porque en realidad nos avergonzamos de nosotros mismos, de nuestros actos y de quienes queremos ser pero en realidad no somos; es una clara muestra de un autoestima prácticamente ausente, en algunas ocasiones evidencia una petulante cobardía así como auto-rechazo.

Hay muchas personas que están tan acostumbradas a su máscara que olvidan conscientemente quienes son realmente. Es muy sencillo de comprobar esto: los humanos cuando buscamos tanto aparearnos como relaciones significativas (que van a donde mismo, de hecho) y encontramos un macho o hembra que nos llame la atención, intentamos mostrar lo mejor de nosotros mismos para impresionarle, incluso si nos fumamos cualidades inexistentes en realidad (hasta empezamos a clamar "He cambiado" "lo que antes hice, no será así contigo", etc.). La o las relaciones florecen en su enamoramiento, pasa el tiempo y esa mascarita empieza poco a poco a destartalarse, lento o rápido, pero seguro. Es cuando vienen los reclamos "tú no eras así" y esas historias que ya todos nos sabemos.

Si hay pocas cosas de las cuales estoy segura en este cochino mundo, esta es una de ellas:

Las personas no cambian. No cambian. 
Cuando una persona elige cambiar para bien (y ni me gusta ese verbo, en este contexto elijo mejor "evolucionar") algo abrupto deberá haber pasado en su vida, y algo abrupto deberá elegir hacer (desde el empezar de nuevo, hasta ir a terapia, a AA, elija ud.) de no ser así, el tiempo -otra vez- me dará la razón:
El infiel, seguirá siendo infiel. Tal vez no en un principio, pero lo será eventualmente.
El indiferente, seguirá siendo indiferente. Tal vez intente obligarse a si mismo a interesarse, hasta que... se aburra y ya no lo haga. Simple.
El cobarde seguirá siendo cobarde. Los cobardes cuando se ponen su máscara de "valientes" a lo mucho eligen 1 diminuta acción en su estándar de "valentía"... y eso es todo. 
El mentiroso seguirá siendo mentiroso. Ya verás, si fueras lo suficientemente inteligente para no tapar el sol con un dedo.
El adicto seguirá siendo adicto. Será divertido por un rato, luego empezarás a inventarte "dolores de cabeza" y "dolores de estómago" o "se me olvidó tomarme 1 pastilla" (sí, eso me lo dijo. ¿Por qué? saca conclusiones, yo no pregunté)
El perezoso, seguirá siendo perezoso. No lo notarás al principio por el espejismo de la abundancia, pero bueno... eres mujer y te encantan los tacones, estoy segura que te importará muy poco y sacarás provecho de ello; tal vez no esté del todo mal (yo en particular no soporto a los huevones, pero ese es sólo un gusto mío)

Con esto no quiero decir que estamos todos perdidos, todo lo contrario: el día en que se logre ser lo suficientemente transparente y que haya gente que te acepte tal cual eres, con tus defectos y cualidades... ese día, habrá amigos de verdad y uno o varios amores que sí valgan mucho la pena. 


[¡Moscas, moscas por todas partes!]



Los Horrores del Mundo

(De antemano me disculpo por mi pésima sintaxis)

Después de días de haber recibido el encargo, ha llegado la hora de abrir la caja de Pandora. 
Todos tienen nombre, todos tuvieron voz... porque yo se las di, yo elegí dárselas.

No sé por qué, por qué... 

Comencemos, pero no desde el principio.

El Mariachi

Intenté publicar un sobrenombre menos asociativo, pero pues qué más da. Ocultar las cosas no es algo que se me dé, y en cuanto a mis vergüenzas íntimas (que sí tengo)... heme aquí superándolas, siguiendo mis (¿inútiles?) ideologías de coherencia y transparencia.

En fin. El Mariachi.

No recuerdo con presición cuándo fue el primer día que le vi, sólo recuerdo que era uno de esos tantos días cálidos... no sé tampoco si fue esa la primera vez que nos notamos, pero fue ese momento en que como una escena en cámara lenta grabóse en mi memoria. 
Era un día cálido, de tarde. El sol -como siempre- era brillante y apabullante. Yo fui desganada a la tienda de la esquina, tal vez eran las 6 de la tarde/noche. Recuerdo con mucha claridad el clima y hora de ese día, porque exactamente donde él estaba sentado con su traje negro adornado, los rayos del sol alumbraban directamente sus ojos marrones, los cuales miraron los míos directamente por algunos pocos segundos. Salí avergonzada y con un poco de vértigo, lo recuerdo tan claramente. No creo en el "amor" a primera vista, en la atracción... definitivamente.
Lo que tenía de diferente este mariachi de los demás era su edad y complexión: se le veía joven, alto y delgado, con el pelo amarrado. Físico, totalmente físico. Un moreno de fuego.

Y total. No me interesó explorar el asunto, mucho más allá de mi cobardía era porque simplemente no debía. Podía mirar, nada insalubre en eso: pero, no actuar, no cuando tengo pareja, sea quien sea, patán o no. Así soy yo, desde la médula.

Pasaron los meses, ocasionalmente le veía en la calle, cerca o lejos, pero nada más. No fue hasta mi cumpleaños que iniciamos palabra, y lo sé porque hundida en cobardía le dije a un amigo mío que de regalo de cumpleaños fuera y le pidiera su teléfono (no lo habría hecho de otra manera)

Después de algunas pláticas mucho más amenas de lo que yo me esperaba, caí en cuenta que el muchacho era mucho más que una cara bonita. Me gustaba mucho más por tantas diferentes razones, fue mi último enamoramiento antes de dejar la Comarca y tuve que recordarme y ser disciplinada que no volvería a dejar que un hombre dictara mi destino y minimizara mis sueños (cosa que nunca hizo... esas cosas las hago por voluntad propia, por estúpida, por ilusión)


Ahora viendo las cosas desde este ángulo, él "me llegó" en el justo momento que "necesitaba". Y este mismo pensamiento lo he tenido muchas veces. Por un momento, como muchos otros, le atribuí el título de "salvador"... con su traje de charro en caballo blanco. Caigo en cuenta que "héroes" he tenido muchos, tal vez todos los que han acariciado mis mejillas... siempre son la "salvación", lo que "necesitaba" para salir del hoyo, cual fuera en el momento... y curiosamente, ese hoyo siempre suelen ser hombres, más hombres. Mejor dicho, el amante, novio, lo-que-sea en turno y siempre ha de haber alguien que me "salve" cuando las cosas no den para más. Clavo tras clavo.

Él llamó mi atención cuando yo tenía mi corazón muy, muy roto, pues acababa de aceptar el muy próximo fin de otro amor. Aunque hice caso omiso para proceder, tomé nota mental, algo así como un "Tal vez, él me rescatará"

Muy aparte del título nada buscado de "héroe", lo que me gustó de este muchacho fue su libertad, por mucho que tal palabra no exista en realidad. Compartí con él empatía ideológica, socioeconómica y de afición, cosa que posteriormente explicaré había perdido por mucho tiempo. Fue refrescante, pero estaba muy consciente de la muy probable sobre-ilusión de mi enfermo cerebro. 

Él en particular no creo que sea alguien relevante en mi historial, pero ocupa estas líneas porque es mi pasado y poco presente inmediato.  Es una persona espiritual (cosa que no me había encontrado antes, y eso realmente me agrada), con un gran historial de aventuras. Ámbos somos autodestructivos, él es impulsivo (yo ya no tanto, y le envidio); es un soñador no de la paz mundial sino de esos bohemios que con esos pocos ánimos y áctos quisieran cambiar el mundo. Es víctima de sus propios demonios, y yo de los míos. 
No puedo decir mucho de él, hay algunas cosas que deben permanecer en "pasajeras" y esta es una de ellas... más bien, he contado mayormente las ilusiones que yo misma me formé.

Actualmente allí está mi mariachi: alto y hermoso, cantando rancheras en otros balcones, no el mío.


He de confesar que soy un fiasco, un verdadero y absoluto fiasco. Muchos años he ondeado la bandera del estar en paz con o sin pareja indistintamente, de que esa "necesidad" de buscar a la famosa pinche media naranja era una mamarrachada mercadotécnica. Y no es que no lo crea, lo creo de verdad... sin embargo, hoy caigo en cuenta que no lo aplico. Soy un fiasco. 

He presumido que, por ejemplo, no siempre he tenido pareja pública y nombrable, pero eso es fácil. La realidad es que siempre he tenido de una u otra manera compañía sentimental, desde... Dios mío, creo que desde hace poco más de 10 años: uno tras otro, uno seguido del otro, uno sobre otro. Unos valieron poquito más la pena que otros, aunque el veredicto final es que todos han sido unos reverendos patanes... y todo ha sido mi culpa, llegar a este punto es totalmente irrefutable que todo ha sido por mis malas decisiones. Una tras otra.

Aún no me arrepiento de nada, tal vez después. 

A nadie le va mal durante mucho tiempo sin que él mismo tenga la culpa
Montaigne

"[...] Into a Fly"


Tengo una historia con las moscas. El comienzo de la asociación es un tanto vacía y ridícula, sin embargo la uso como una metáfora hacia lo corrupto, antes tan bello. Sólo 2 veces en mi vida me he visto con la "necesidad" de usar moscas ("moscas, moscas por todos lados")

En mis delirios neuróticos y ansiosos, es un tanto difícil describir cómo formular imágenes en mi cabeza: cómo concluyo en expresar lo que quiero expresar, tal vez sin éxito, eso es lo de menos.

En este particular proceso, una palabra conjugaba todas mis nefastas emociones: repulsión.

Repulsión por corromper lo que alguna vez fue bello.
Repulsión por corromper la memoria inofensiva y nivea.
Repulsión por permitir transgresiones.
Repulsión por prestarme a juegos violentos.
Repulsión por petulantes y cobardes mentiras.
Repulsión por la adicción al sexo (no mía)
Repulsión por no escucharme... otra vez.

Y sobre todo, me parece total y asquerosamente repulsiva la nula consciencia hacia procreadores de vástagos: adictos de acciones lascivas (siempre tan pecaminosamente ocultas del ojo público) y cobardes que en 3 décadas no enfrentan la vida, mucho menos la que fecundaron.

Repulsión por quienes se hacen pendejos.
Repulsión por quien decide ignorar, sólo porque sí. Sólo porque es cómodo.

Repulsión a mí misma, que yo lo hice mucho más de lo que quería recordar.

Repulsión. Totalmente repulsivo. Entonces, empecé a preguntarme ¿qué evocación me provoca tal repulsión?
Y fue cuando volvimos a las moscas: carroñeras y coprólalas. No sólo eso: visualmente son una cosa repugnante, tonos ocres, vellosidades y membranas.


Así sucedió la metamorfósis:

Yo me volví una mosca (por mi pinche soberbia del "nada pasa", cosa que se tomará por el camino que no es pero no tengo ánimos de ahondar en el tema)
Tú te volviste una mosca (ese pobre niño con su necesidad patológica de hacer todo a un lado, pobresito te han hecho tanto daño y a nadie le importa)
Él/Ella se volvió una mosca, pues por decidir ignorar a mi bebé ¿Qué más?
Nosotros nos volvimos moscas (¡Y LO ADMITÍ! Tuve los tanates de advertirlo y parar la degradación... no con mucho éxito)
Ustedes se volvieron moscas (no los culpo: les tocó querer a un eunuco, pa' eso están)
Ellos se volvieron moscas, todos son moscas.



"Mediocrities everywhere... I absolve you... I absolve you... I absolve you... I absolve you... I absolve you all"
A. Salieri

Reflejo

4:39 AM

En mis días de insomnio (los cuales son bastantes) cortejo a las ovejas del sueño reflexionando hechos relacionados con los acontecimientos más actuales. Hay muchas por decir, tantas que creo apenas agarrar el derecho de una, para así continuar con las otras y así sucesivamente.

Estas reflexiones son
muy mías, sin ánimos de cocorear los nuevos videntes que sin ánimos ni intención me he ganado.

Entrando en el tema, me he preguntado ¿Qué mística hembra aceptaría a un eunuco? No sólo el protagonista de aquí en adelante, sino cualquiera en general. He expresado mi morbosidad al respecto algunas ocasiones, pues es un tema bastante ajeno a mi, pero también lo era la maternidad.

A muchas de nosotras se nos atribuye un don natural e instintivo de procrear y cultivar la crianza de las crías,   pese a que todos los días vemos noticias aberrantes que nos demuestran los contrario; por lo tanto y siguiendo esta declaración, todas debiéramos de sentir un encarnado desprecio a los hombres (quienes son más propensos a abandonar a su prole) que reniegan de sus crías.

Hay cosas cuales por más haber escuchado toda mi vida sobre todo ahora viviéndolo en carne propia, simplemente no puedo identificarme ni mucho menos apropiarlas, como sé muchas mujeres les sucede y también nos sucede llegar a pensar que hay algo mal en nosotras: venimos a procrear, a jugar al té, a ser fértiles, a buscar las tan llamadas "bendiciones" llámense vástagos y oraciones relacionadas por el estilo.
Pese a este antecedente y ahora -para variar- respaldada de la opinión de un profesional, resulta que pese a eso soy una persona muy consciente y así concluyo que, pese a mi desagrado hacia infantes, sé perfectamente que la inocencia y fragilidad debe ser protegida,

y es cuando me pregunto de nuevo

¿Qué mística hembra aceptaría a un eunuco que abandona a un bebé indefenso a su suerte?



Pero esto no termina allí, vaya que no.


Como bien ya dije, indagando en los rincones de mi cerebro caigo en cuenta de la cosa más macabra: Yo fuí esa mística hembra, más de una ocasión (unas 5 veces, incluso)

Entonces el misterio se disipa. Ya no existe el misterio, yo misma lo he vivido y parece ser que con varios ejemplos. Así comencé a responderme ¿Por qué demonios hice eso?

¿Por qué demonios hice eso?
Las respuestas fueron:
1. Por ignorancia selectiva. Uno de esos eunucos, cuando se dio a conocer la delicada situación negó a su niña incontables ocasiones, y yo elegí creerle... o al menos, hacerme pendeja un rato, por propia y egoísta paz mental.
2. Por comodidad. Él y los que le siguieron, estaban muy separados de sus crías: no visitaban a la criatura, no pagaban un solo centavo, entre otros hechos sórdidos. Para mí  era muy cómodo, pues no eran mis hijos, no me gustaban los niños y yo no tenía que estar tolerando chiquillos; más importante aún, no tenía que estar peleando por la atención del papá (desobligado).


Este post no concluye de manera poética, pues esas relaciones no terminaron poéticamente. Está de sobra denotar la conclusión: todas y cada una de ellas terminó mal, muy mal.

"Para que las cosas se vuelvan simples, primero deben complicarse"
¿Qué podría yo esperar de un eunuco?
Sólo puedo hablar por mí misma (aún así con toda la soberbia del mundo asumiré que mis razones son universales) al decir que no fui lo suficientemente valiente, ni tenía moderado autoestima; sólo me dejé llevar, esperando que un día mágicamente las cosas se resolvieran y ese hijo, hija o hijos mágicamente desaparecieran, que su padre ni se acordara de ellos; no quería competir por el cariño de su desobligado padre. Poco después caí en cuenta que no sólo las personas no cambian (pues una mujer es lo suficientemente estúpida como para autoconvencerse por tiempo indefinido "a mi no me haría eso, a mí sí me quiere. Si llegamos a tener hijos, él sí los querrá" etc.) sino que es ciertamente patético y emocionalmente muy inmaduro hincar nuestra esperanza en un ser que claramente no le corresponde cumplir nuestras expectativas, que claramente le atribuimos cualidades que no posee (pues, mujer mía, hay que aceptar a las personas tal y como son, algo ya muy sabido pero pocas veces resuelto).



¿Qué se puede esperar de un eunuco?



"Mediocrities everywhere... I absolve you... I absolve you... I absolve you... I absolve you... I absolve you all"
A. Salieri

Átomos

En momentos del ya mencionado caos como estos, te pone las cosas en perspectiva.

Dios ¿Acaso me he equivocado tanto?
¿En qué momento empecé a equivocarme tanto?
¿Por qué? ¿Qué hice?... ¿Qué o qué cosas fueron tan graves? ¿Todo mi esfuerzo ha sido en vano?
¿Tengo una incorrecta percepción  del tan llamado "bien y el mal"?

¿Qué es... dime? Ayúdame a entender, que si lo entiendo aceptaré mis cruces sin una sola queja...




Pese a todo y todos, creo fielmente que la vida no es injusta, al contrario: la vida es muy justa, obtenemos exactamente lo que merecemos, sólo a veces nuestra percepción de lo que "merecemos" es distorsionada, y es cuando "la vida es injusta".
Aún no lo entiendo mucho, mejor dicho no entiendo nada... en estos momentos de introspección siento"la vida es injusta" muy probablemente porque no alcanzo a comprender por qué chingadas madres pasan las cosas.

Es que Dios mío ¡AMÉ HASTA MORIR, AMÉ HASTA LA LOCURA! di todo de mi... no me quedó nada, una absoluta nada. Ya no, hoy no... si de algo estoy segura, es de eso: di todo, todo de mi... ¿Qué más quieres? ¿Qué más quiso? ¿Qué más pude hacer?

Y muchísimo más allá de eso ¿por qué debo engendrar la pobre criatura de un cobarde que nos ha dejado solos en el mundo... por qué? ¿Este bebé de qué tiene la culpa? ¿En qué momento me habré yo buscado esto? y dije claramente "¿por qué debo engendrar..." ya que las circunstancias ya muy contadas a algunos cuantos, no me dejaron otra opción.

Ahora sí que ¿qué hice para merecer esto? un pobre bebé con un papá que no lo quiere y una madre sin patrimonio, madurez ni salud mental como para tener la vocación de desearle...

Intento calmarme y por primera vez dejar que las cosas sucedan, pues estoy muy consciente que la percepción de las cosas en cualquier etapa de la vida evoluciona con el tiempo, llega una claridad imposible de preveer frente a los hechos ocurrentes; pero, sólo lo intento y fallo, y mientras más fallo más me remuerde la conciencia que mi primer herencia para este bebé sean las preocupaciones y temores de su desgraciada madre.

¡Perdóname, cariño...!
Supe de ti 5 meses muy tarde, te he dañado con mi ignorancia; no pude darte la familia que mereces, no tengo la solvencia para sostenerte ni la madurez emocional para hacerte sentir toda la emoción y el cariño por tu gestación y posteriormente llegada.

Sólo me preocupo y me preocupo, no sé cómo hacernos felices; no soy idealista: de ahora en adelante tendremos una simbiosis, donde si tú no eres feliz yo no soy feliz, donde si yo soy feliz tú lo serás (los hijos suelen heredar la felicidad o infelicidad de su madre, no es un acto consciente por supuesto)

Mi amor, tengo tanto miedo de no ser lo suficientemente fuerte y continuar con toda mi nube negra de infortunios... espero que cuando te conozca la niebla se disipe un poco y pueda, al fin, de alguna manera encontrar el inicio del estambre de esta maraña en la que se ha convertido mi vida, a partir de la cual podría desenredarla poco a poco.

Caos

Sólo hasta que te atrapa un hoyo negro y conoces el total y pleno caos, sólo entonces te puedes dar cuenta que tu vida anterior tal vez no era tanto desmadre como tú creías.
Estoy mareada, inmersa en un vórtice que comenzó hace 5 meses sin que nadie ni nada me notificara.
No lo puedo creer... mi vida cambiará como nunca quise ni imaginé, empezar de 0 otra vez, de -1 es más. Y tendré que hacerlo sola, en desorden. Nunca quise esto.

Nunca.

¿Alguna vez se han sentido terriblemente tristes al perder algo que ni siquiera sabían que querían en un principio? Tal vez lo quise, alguna vez, muy a futuro... cuando mi vida fuera menos "caótica" ¡Ahora me burlo de lo que yo creí que era "caos"... eso no era caos! Sin pies, ni cabeza, ni principio, ni fin. Un desorden ¡Un desmadre total!

Nunca quise tener una familia.

Nunca.

...
Pero ahora que se me hubo negado rotundamente la oportunidad de siquiera intentar formar una, lloro tanto, mucho más allá que una simple pérdida amorosa. Esto es nuevo, esto es otro tipo de dolor tan desconocido para mí... y tan intenso.

Yo nunca quise esto, nada de esto. Sólo quiero huir ya no como una niña, sino como una mujer con su hijo por nacer muy, muy lejos... vivir y criar a mi niño bajo mi propia penitencia. No sé cómo, nunca quise ser madre...

No sé cómo rehacer mi vida, no sé ni cómo empezar. No sé cómo empezar a olvidar algo tan sagrado que tenía en mi memoria, no sé cómo hacerme a la idea la metamorfosis en mosca (moscas por todos lados, todos lados...), no sé cómo rendirme ante la nula posibilidad de formar algo bonito, algo que nunca quise no hoy, ni mañana, ni sé cuándo... no sé cómo, no sé cómo.
¿Cómo retomo mi camino sola con un bebé? ¿Cómo empiezo a superar que mi niño no tendrá papá?



Demasiado cambia en tan poco tiempo.

Caos... caos total.



"How happy is the blameless vestal's lot!
The world forgetting, by the world forgot.
Eternal sunshine of the spotless mind!
Each prayer accepted, and each wish resigned."

Alexander Pope


Punto de Partida

Hay situaciones en el desarrollo de nuestra más joven vida que nos marcan para bien y para mal, esta ocasión escogeré una más agria que dulce.


Desde que era muy niña, nunca supe por qué era fácilmente echa a un lado por los demás niños. No sé ¿Tal vez era peleonera, empalagosa? ¿O tal vez era mi aún dificultosa pronunciación de la doble 'rr'? Vaya Dios a saber. Cualsea haya sido la razón o las razones, me acompañaron el resto de mi vida escolar, a lo cual se le sumaban muchas otras características de mi "curiosa" personalidad.

Me acuerdo que cuando era niña, soñaba con tener amigos, aunque sea 1 solo. Siempre me sentía muy sola, mi casa estaba llena de adultos y una adolescente que no me quería. Nadie quería jugar conmigo, mi hermano estaba ocupado estudiando medicina, mi hermana odiándome en el furor de su adolescencia y mis papás trabajando más de 12 horas al día. 

Más tarde, en los últimos años de primaria desarrollé mis primeras reales amistades, de las cuales aún conservo unas pocas. Creo que fue mi mejor época escolar, donde medianamente aceptaban mis malos modales rudos heredados al tener que defenderme físicamente de mi hermana todos los días.
La secundaria y preparatoria fueron otro boleto, hasta los scouts, los cursos de verano... todo lugar el que yo pisaba, entraba con la esperanza de encontrar amigos y por alguna razón encontraba todo lo contrario. Hasta el día de hoy me recuerdan como la niña rarita y otros adjetivos cuales jamás memoricé, nada amables eso sí.
Me había rendido, debía comenzar a aceptar que así sería toda mi vida, había algo mal en mí y no podía cambiarlo. Amantes podría tener muchos, pero amigos... 

En algún momento de mi temprana adultez, fui diferenciando con mayor claridad a mis reales y amados amigos. Ese día fue hermoso, yo creí que una persona como yo jamás podría tener amigos, ni nadie que la aceptara... sabrá Dios por qué.

Y ahora que me encuentro en esta nueva gran ciudad, estoy exactamente en el punto de partida: una niña sola e insegura, el cual su mecanismo de defensa es aislarse (habiendo tantas, pero tantas cosas afuera). Y es que estoy tan, pero tan cansada de tener que defenderme de todos, todos los pinches días desde hace tantos años, estoy tan hastiada de ser yo, quien soy mi mayor problema... estoy cansada de que me juzguen ¡Estoy cansada de ser yo!
Mucho tiempo tuvo que pasar para encontrar algunas pocas personas que soportaran y aceptaran lo que sea que signifique ser yo... y ahora ell@s están lejos, estoy lejos del calor de su corazón y compañía.

Esto es el punto de partida, excepto que ya no soy la niña rara, soy una muchacha como cualquier otra, entre los millones de habitantes en esta ciudad... soy ordinaria, sin peculiaridades. Sólo yo...
Y mi peor enemigo soy yo.
Design by BlogSpotDesign | Ngetik Dot Com