Amor mío...




Quiero que por un día me mientas...
y me digas, aunque no sea cierto,
que nunca te alejarás de mi.



Lástima que los placebos ya no sirven conmigo...

Crepúsculo


Yo soy tu noche
y tú eres mi día.

La sanidad de mi demencia,
el orden sobre el caos.

La materia del hoyo negro,
la luz al final del tunel,
el lado brillante de la luna.

Siempre eres,
lo claro entre los dos...

Los Falsos Profetas

Los falsos profetas: los que se autoproclaman el sumo derecho de mostrarte el camino, el buen camino.

Los que alguna vez envidié,
los que alguna vez seguí con devoción de adelita revolucionaria.

En esta noche taciturna,
escuchando la melodiosa voz de una dama fallecida,
la canción que me trajo tanta nostalgia y desahogo
la que describió todo lo terrible que pasó.

Se descubrió el engaño de los falsos profetas,
nació la decepción, el rencor
el tarro henchido por esa traición.

Ya no existen los falsos profetas,
soy dueña de mi camino y de mi destino.

Ya no existen los falsos profetas,
¡Que tanates de tener tanto ego y autoproclamaciones vacías!
Cuanta egolatría y sobre todo cuanta estupidez mía.

A ellos que los defendí, los entendí, los comprendí...


Y en mejores y más bonitas palabras:
Mandé a chingar a su madre a los malditos falsos profetas.

Que sigan con su reino de una persona, lastimosos ellos.
Malaventurados, esos mentirosos eunucos.

Todos iguales, todos falsos, todos disfrazados, todos pobres estólidos víctimas de su ego y disfunciones sociales.
Todos megalómanos,
con logros personales que sólo alivian la realidad en su cerebro.


Por mucho, mucho tiempo admiré a todos esos falsos profetas.

Las cosas cambian.
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