Después de la Tolvanera

Aquí en mis tierras no hay huracanes: hay tolvaneras. Ni tan serias, ni tan catastróficas (la gran mayoría, al menos) ni tan letales, ni tan frescas.
Aquí en mis tierras hay tolvaneras: remolinos de arena, tierra, contaminación y soledad; sublimes, pero abrazadoras. 
Primero el cielo oscurece, algo parecido a cuando amenaza una lluvia, excepto que en el desierto pocas veces realmente caen unas cuantas pocas gotas de agua que no tardan en evaporarse. Como decía: el cielo oscurece, con lo que parecieran ser nubes y en parte lo son, pero en gran parte es un gran flotante montículo de tierra. 
Después, llega la tolvanera. No sólo la luz atenúose notablemente, sino que da un tono ocre y tenebroso. Dentro de la tolvanera nos curamos un poco del hastiante sol, a cambio de eso nos quitan los ojos: pican, llueve tierra, arena, contaminación y soledad. Los pulmones respiran esquirlas, nos guarecemos en cualquier lugar estrecho o no, pero sí cerrado cual nos proteja de la temporal tempestad.
Y finalmente, en un rato llega la calma. Poca tierra revolotea el lugar, al menos ya es transitable, al menos respiro contaminación y ya no (tantas) esquirlas. Las tolvaneras más fuertes dejan destrucción a su paso, pero nada demasiado severo para un pueblo acostumbrado a las inclemencias del desierto.

Empezando con mafufadas, ahora concluyo que hubo una gran tolvanera hace años, de la cual la tierra se me metió hasta la médula. Como cuando de niño se va a la playa y se mete arena hasta por lugares antes no conocidos, la tierra me llegó por zonas que apenas alcanzo a apreciar de mi extensa anatomía. ¡Tenía la vista tan nublada!
Y bien dicen, que la ignorancia es una bendición.

Ser ciega un rato me ayudó mucho, pensé de diferente manera, aprendí a razonar con otros métodos. Conocí la paz, fuera de mi distimia por nacimiento. 

Ahora, me enfrento a lo que yo creo y espero ser la colita de la tolvanera: me restriego los ojos sintiendo las esquirlas de tierra, siento el olor a polvo, estornudo mis entrañas. Ha sido un año terrible, lleno de cortinas de humo, sorpresas non gratas y abandonos.


Me siento enferma... pero, al menos:


Ya pasó la tolvanera.
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