Carta Lírica a Otra Mujer
Opio
Quiero mi religión, quiero mi opio, quiero mi anestésico.
Es parte del proceso, me hubieron dicho... todos alguna vez pasamos por un momento de vacío. No sé si este sea la terminación de ese estado catatónico y tan despegado de toda realidad y emoción humana, pero lo único que sé es el hecho de hoy sentirme mejor, en aburrición del limbo cual ahora muy a veces me encuentro.
Es extraño superar todo complejo restante de inferioridad mismo que siempre me ha perseguido desde tener uso de razón. Estoy en busca de direcciones y de chispas, eso es mucho mejor que la nada donde me encontraba.
Este año descubrí tantas cosas: me deshice de mi eterna ira, de Dioses inútiles, de ilusiones estúpidas y de cortinas hormonales que sólo nublaron mi visión y mi vista.
Sé lo que quiero, sé lo que amo, sé que soy muy joven, sé mis defectos, sé mis cualidades, sé muchas cosas primordiales para lograr esa irreal felicidad que el humano está condenado buscarla toda su vida.
Y bueno... la vida da muchas vueltas, algunas tan abruptas que jamás las pude haber imaginado. Es esperanzador y muy bonito...
A fin de cuentas, generalmente los finales suelen ser muy tristes; pero, los comienzos como éste son interesantes, intrigantes, misteriosos y el adereso extra que el destino siempre pone en mi vida.
Los hombres son el opiáceo de mi vida: todos tan diferentes, intrigantes, torpes, intensos, descuidados, enamorados y magnetizantes. Esto puede sonar muy genérico, pero tómese en cuenta el individualismo de cada uno.
Mi vida amorosa para el público en general ha sido un incoherente y gigantezco desastre, pero no es así. Me he equivocado mucho y hubo situaciones que jamás debieron de ocurrir, sin embargo me quedo con lo bueno que pocas de ellas me dejaron.
(OK, admitiré que hubo 1 o 2 ordinarios por ahí, esos ni al caso)
Soy muy joven: me falta mucho por vivir, por amar y por hacer. Hago lo mejor que puedo y obro bien cuando puedo... muchos años pasé en un lugar oscuro de destrucción y autodestrucción que no me trajeron nada bueno.
No colecciono corazones: colecciono experiencias...
y ésta es una muy interesante.
Agosto
Agosto es el peor mes en mi calendario, no sé por qué simplemente he observado de unos años para acá ese resultado...
Le canto a mi luna solitaria, oyente de mis plegarias y absorvente de mi llanto.
Nada eres, nada fuiste y en nada te convertirás.
Dios, me has abandonado a merced de humanos mediocres y egoístas, me has dejado sola... completamente sola, sin rumbo, sin ti, sin nada en lo que yo creía, sin credo...
Sólo yo y mi cerebro y el conocimiento y la información y el progreso existencialista y las tareas y el quehacer cotidiano y la urbanidad y la violencia y éste ser hueco.
Dios mío, hasta tú me has abandonado... nunca la nada se había materializado tanto, nunca mis demonios se habían vuelto tan inverosímiles y creativos, nunca había recogido tanto hielo, nunca me habían picado tanto los talones y uno y otro y otro y otra vez y una vez más y de nuevo...
Estoy sumergida en un abismo espiritual que no conocía antes; no lo representa nadie en especial, es y ya: un caldo con ingredientes del pasado y sobrecondimentado con tragedias del día de hoy. La razón sólo me empeora.
Ni Nadie
Préambulo.
Mañana vuelvo a mi normalidad, nótese el sarcasmo.
Explicaré...
Mañana vuelvo a los retos, al corto tiempo, a ser dueña de mi tiempo y sin tiempo para estupideces (y sobre todo sin tiempo para estúpidos). Mañana volverá mi concentración en mis proyectos, enfocaré mis objetivos y metas... recordaré mis sueños.
He sobrepasado mis maestros, superado a mis ídolos y me he decepcionado de muchas otras personas quienes alguna vez envidié. Ya no soy alumna: ahora soy una adulta.
Ya basta de hombres, de distracciones y superficialidades (sobre todo de superficialidades).
Nada
Nada es como yo me lo esperaba, absolutamente nada. Me gustaría creer que es mejor de esta manera, en este camino y bajo este trayecto... pero, no es así. No el día de hoy, no este presente, no en este plano astral, ni en este tiempo ni en esta dimensión.
Es poco peor de lo que imaginaba... dice el dicho "cuidado con lo que pides porque puede que se te cumpla" y así fue: mucho tiempo duré anunciando no desear compañía del tipo amoroso cobijada de muchos tipos de excusas... pero, era sólo yo engañando a los demás, era yo que simplemente le quería a él y a nadie más.
Las cosas han cambiado, me siento profundamente abatida. Desde que tengo uso de razón siempre tuve una razón, hoy y aqui admito que muy, muy dentro de mi he sido y tal vez aún soy una niña muy romántica: siempre tuve un príncipe por quien suspirar y dirigir mi cariño y a veces incluso mis trazos. Me he encontrado por primera vez con esto: vacío... nada.
Pese que siempre he convivido con ella, la soledad se me está saliendo de las manos. He luchado por no volver a viejos vicios mentales autodestructivos, pero no sé por cuánto tiempo podré seguir alzando los tratados de paz.
Me gustaría creer que es mejor así, con una lista muy llena de sueños no cumplidos y un corazón cada vez más difícil de reparar. No puedo engañarme, la realidad es triste y cruel: me he empezado a hacer adulta, de esa adultez donde comienzas a darte cuenta qué dolencias y achaques te acompañarán el resto de tu vida, donde las ojeras se ensanchan, las facciones denotan más rasgos y tus eternos acompañantes demonios cuales siempre te morderán tus talones de Aquiles.
Me encuentro con una sed insostenible, sin embargo hay cosas que se aprenden bien pues sólo el tiempo puede enseñar: una de ellas es la duda en el azul cobalto del cielo, otra es no buscar tesoros donde sólo hay joyas y otra no sé cuál sea la importancia es... la seguridad de un día él leerá todo esto y espero, sólo espero que sienta una octava parte del dolor que me ha causadi; también espero por cuarta parte al menos, la consciencia de que ya nada será igual y no por mejoría.
Y raspando en alguna parte de su ser si es que realmente me quiso aunque sea un poquito, el saber de haberme perdido por seguro.
Hoy quisiera creer que este camino es mejor, pero no puedo... ya tampoco puedo sostenerme de la puta esperanza "algún día será" porque desde el fondo de mi alma y sin engañar a nadie ni a mi misma ya no lo quiero así: ese límite nunca tuvo que cruzarse, pero lo hizo ¿Por qué?... ahora todo está perdido.
Mis acompañantes de soledad (de esos puede haber varios juntos así como separados) me han dicho "es un pendejo, no te merece" y eso ya lo sé, pero ellos no me merecen más.
No tengo rumbo, no tengo dirección, ni meta, ni objetivo: esto es un vacío, un inmenso vacío que ni mis pesadillas me han podido advertir de su existencia.
Y así por el día de hoy: vivo.
"Sólo Dios sabe cuánto te amé..." G. García Márquez, en "El Amor en Tiempos del Cólera"