Sábanas

Hace una semana exactamente, decidí proceder con el acomodo de mi vida. Una vez un psicólogo me comentó acerca de que el estado de nuestras casas y específicamente de nuestro cuarto personal, es un reflejo directo del estado de nuestras vidas y sobre todo de nuestra personalidad.

Yo... soy un desmadre: no tengo horarios para nada, como cuando tengo hambre (lo cual es casi nunca), hay noches que elijo no dormir, o dormir poco, o dormirlas enteras, por razones importantes y sin ninguna en particular, más que el hecho de disfrutar mi espacio y mi soledad.
No tengo horarios para trabajar casi nunca, etc.

Si volteamos hacia mi vida social que es probablemente lo más estable que poseo, allí están mis amigos/hermanos... y algunos han querido cometer actos incestosos, lo cual me desagrada y desanima bastante.

Mi vida familiar... no existe, sólo somos mi bebé, mi perra, mi perico y yo. Eso me desanima todavía más.

Mi vida laboral... ha sido tan pecaminosa e incorrecta (sin comprometer mis deberes eso sí) que por todas las razones del mundo, ni siquiera puedo explicarlo públicamente, aún no al menos.

Y mi vida amorosa... ¡ja, mejor ni nos metamos allí!

Total. Un total y absoluto caos, hoy mi vida sólo está llena de caos.

Así que, por lo tanto, he ido en espiral intentando encontrar orden sobre el caos, a veces caigo, pero... cuando menos lo intento. Dios, realmente intento poner bien las cosas...


Hace una semana me dediqué bastantes horas en arreglar mi departamento (cosa que jamás se me ha dado por naturaleza). Tenía un cerro enorme de ropa que lavar, es increíble cuantas prendas puede ensuciar un niño pequeño; así que pues, hice algunos viajes hacia la azotea la cual está en un cuarto piso (sin elevador) y comencé mi labor de ama de casa chafa e improvisada (no tengo lavadora, así que lavo a mano). Ya que estabamos en esas, decidí de paso lavar mis sábanas... y esas me dieron nostalgia.

Fue un acto simbólico lavar las sábanas de mi cama, lavarlas a mano específicamente. Recordar cómo se hicieron algunas manchas ya permanentes, y sobre todo las estacionarias... es bastante triste recordar cuantas promesas se hicieron sobre ellas, cuantos momentos tan intensos, tan huecas de pudor. ¿cómo es posible que existan tantas emociones tan profundas para que de un día para otro el mundo siga girando, como si nunca hubiesen existido? Y las promesas vacías, las ilusiones y las expectativas. Sé que medio oriente se está muriendo de hambre como para lamentarme por esas cosas, pero amar es tan importante para todos y siempre lo hacemos esperando no tener que deshacernos y construirnos de nuevo: es una verdadera tragedia, y me siento tan agotada de sólo vivir tragedias, mismas que cada que pasan se vuelven más creativas, voluminosas y desastrosas. No puedo más.

Así que, lavé mis sábanas a mano, diluí el jabón entre mis manos y lo tomé como un acto simbólico. Adiós manchas, adiós mis ilusiones... adiós de nuevo yo entera, también yo deshecha, porque una vez que se secaron y las volví a colocar en su lugar, yo ya tenía un nuevo comienzo que se acostaba sobre ellas.

Yo no pretendo que alguien venga y mágicamente todo esté solucionado... no, no. Siempre me meto en líos, yo lo sé y ustedes lo saben... pero, me he metido en ellos con intenciones genuinas y puras, los líos me buscan  y yo (para mal) les doy la bienvenida y los abrazo.

Hoy sólo sé que realmente intento ordenar mi vida, y lavé mis sábanas suspirando por mi persona querida.

Arena

Hoy es Lunes 23 de Junio. Me desperté de madrugada, con un poco de resaca. Mi bebé duerme en un hermoso sueño, girando ocasionalmente hacia las manecillas del reloj.

Todo este fin de semana estuve navegando entre sueños y un poco de alcohol (nunca he sido buena para tolerar mucho este último, y así me gusta ser) como nunca, por primera vez en mi vida. Nunca tuve oportunidad de simplemente dejarme caer sin gente a mi alrededor que me dijera qué no debo de hacer, ni siquiera en mi adolescencia. Es única ocasión, no me juzguen tan fuerte.

Hoy es un día muy triste para mi. Me desperté de madrugada, con un poco de resaca. Mi bebé dormía a un ladito mío, inmutable e inquieto... y hoy es un día triste, hoy es de esos días donde quisiera como otras veces, desaparecerme el corazón, vivir a través del corazón perforado de mi hijo, pero el mío que se fuera, para qué lo necesito.

Hoy es un día muy difícil para mi. Me siento dividida, algo ofendida... me siento continuamente traicionada y tomando las decisiones equivocadas. Aún no me tengo el suficiente respeto como para dejar de ser mi propia y estúpida víctima. Hoy se confirma que sólo soy un objeto sin valor, ni siquiera precio me pongo, sólo un momento de diversión, esos pocos días de cada mes, algunas veces, algunas horas, algunos ayeres.
Hoy es de esos días donde me maldigo tanto por no contenerme y dejar que mi bebé me vea llorar, donde me odio por no tener la pinche capacidad de escoger a alguien permisible, disponible, algiuen quien entre semana ni de mañana ni de tarde separe su vida, ni los fines de semana... alguien quien los domingos de madrugada me acompañe en mis desvaríos, me sostenga las madrugadas de los lunes o que sea tan amable de brindarme su preciado tiempo, un tiempo libre, para cruzar tierras desconocidas para mis ojos sin pensar quién más ha caminado por ellas.

Me odio, me odio tanto por desear cosas que no puedo tener, que antes no quería.
Me odio tanto por desear compañía
Me odio tanto por ver fotos donde no estoy incluida
Me odio tanto por haber, por un miserable instante, deseado una familia.

Pecaminocidades

A esta hora debería estar dormida, o trabajando, o recogiendo, o haciendo cualquier otra cosa de provecho; pero, no. Estoy aquí, escribiendo... siguiendo un impulso, me hace falta seguir más mis impulsos. Después de convertirme en madre, he tenido por causas de fuerza mayor que volverme más metódica - y Dios no lo quisiera - incluso, planificadora. Ni mis lentes con recubrimiento especial para dejar de achicharrarme las pupilas traigo puestos, mis ojos ya no son los mismos de antes... yo definitivamente no soy la misma de antes.

Este momento en particular quiero confesar y analizar unos de los simbolismos que siempre me acompañan (mi vida está llena de ellos: las moscas, las rosas, las aves, sólo por mencionar algunos) y llamémosle de la manera bonita primero: las prostitutas.

En el desarrollo de mi niñez y en la cuna de mis padres, crecí en un ambiente donde algunos aspectos del humano eran bastante permisibles (después me di cuenta que esto fue meramente adoptado de manera superficial) como por ejemplo, los gustos musicales, la elección de una carrera profesional, etc. pero, uno de ellos sino es que el único total y absolutamente prohibido, es el desempeño libre y consciente de la sexualidad. Y la sexualidad es un tema ambiguo, amplio, con ramificaciones que aún no alcanzamos a identificar. 

En alguna ocasión hoy no identifico exactamente cuándo (y tal vez no exista) noté una total discrepancia entre lo que decía la televisión, los libros, las revistas y lo que me decían los adultos a mi alrededor... y precisamente, relatando una epifanía ipso facta, creo que cuando empecé a sentir que algo no estaba bien, fue cuando alguien me regañó por juntar los labios de Barbie y Ken, simulando un beso "francés". Creo que en ese momento consciente, empezó mi duda asimismo angustia. Supongo que desde allí llamó mi interés, lo prohibido siempre atrae.

Sólo así, en el transcurso de los años, el mismo teatro pero con distintos actos se repetía una y otra vez, algunas veces los adultos tenían razón, pero muchas veces no. Yo nunca recibí "educación sexual en casa" como idealmente se aconseja a los padres, sólo recuerdo la profunda insistencia de sentir vergüenza, pudor, pero en reacción a algún acontecimiento en especial, porque el simple tema era totalmente pecaminoso. Recuerdo una ocasión donde uno de aquellos "educativos" reportajes de la televisión abierta que estaba casualmente presenciando junto con mi abuela, mostraban lo que ahora es cosa común, clases de Pole Dance como ejercicio y condimentador de los momentos íntimos de esposa hacia su esposo (sí, especificaban eso último); mi abuela reaccionó con la siguiente frase "Viejas cochinas". Sé que todas las abuelas son así, nadie se los critica; mi punto aquí es que ese mismo patrón se repitió una y otra vez con los demás adultos que me influenciaban, yo memoro sólo pensar "¿Qué tiene de malo, es de su esposa para su esposo?" (Claro, cuando aún creía en la santidad del matrimonio, si es que alguna vez lo creí).

La casa de mis padres tienen libreros de bastante extensión, después de que aprendí a leer hubo uno que llamó mi atención en particular y era acerca de la Historia Griega. Leí acerca de los Dioses del Olimpo, me interesó especialmente las diosas (creo que todos nos intentamos identificar con alguien) Artemisa, Hera, Afrodita, Démeter, Atenea. Las que más me agradaron fueron Hera, Diosa del Hogar... pero, siempre me gustó muchísimo más Afrodita. Ella era hermosa, y encantadora, tenía a todas las demás deidades rendida a sus pies.

Para mi pubertad, me había leído montones de revistas tanto científicas como de "mujeres" (Veintitantos, Cosmopolitan y esas churradas) y como recordemos todos que el sexo vende, ya sabía al menos en teoría qué le gustaba a los hombres, de qué manera, por dónde e incluso por qué anatómicamente les gustaba. No me comparen con Nymphomaniac de Lars Von Trier, todas mis amigas... en esa época donde tuve amigas, poseíamos la misma complicidad en su exacta medida. Hoy sé que la inquietud sexual es la cosa más normal del mundo en esas edades.

Esa vergüenza y pudor que tanto me habían querido transmitir creo que nunca la adopté, pues continuaba leyendo, viendo y percibiendo el mundo a mi alrededor el cual me decía que el placer sexual responsable no tenía absolutamente nada de malo. Claro que, eso no significa que di rienda suelta a mi sexualidad, para nada; esos asuntos íntimos se dan en el tiempo que cada uno quiere, o le toca, o ámbos. Simplemente lo sabía, aunque sentía que el mundo estaba en mi contra.

Así fue como comenzó a acompañarme el simbolismo de la puta, la amante, Afrodita. No que me creyera muy bella, ni poquito... uno aspira a ser como sus héroes, sólo eso. Nunca la seguí al 100, pues resulta que soy una persona muy monógama. Mucho menos que quisiera mil amantes, nah... me interesaba el poder que algunas mujeres tienen, me inquietaba mucho. Historias de putas importantes todos sabemos, resulta que los hombres piensan más con la cabeza de abajo.

Yo nunca me visualicé como Hera, la reina del hogar... yo pensaba que Hera es una estúpida, pues Zeus siempre le fue infiel mientras ella reinaba en casa. Las pocas veces que intentaron enseñarme a ser "ama de casa" lo repudié todas y cada una de ellas. Hoy no me considero nada de eso, batallo con mis hábitos hogareños, y quiero alejarme un poco de todo eso que aprendí precozmente. Muchos podrán decir que es a raíz de mi hijo, pero eso lo había decidido antes de él... aparte, Afrodita también tuvo hijos.


Pero, ahora resulta que por más que lo explique, por más que lo aclare, ciertos especímenes me siguen viendo como un tiro al blanco.

No soy la puta de nadie, ni la estúpida ama de casa de nadie.


Tal vez no soy una ni otra. Tal vez simplemente debo de estar sola...

Desamor

Esto no es una anécdota, ni un recuerdo. Esto es, si acaso, una colección de memorias con una pizca de presente.


Estoy con él. Él, quien guarda mi rostro en sus noches, quien besa mi mano con ternura y sus ojos resplandecen en cuasi sórdida admiración. Sé que me quiere, yo lo sé.

Estoy con él. Hoy, le besaré.

Estoy con él, le beso... con los ojos muy cerrados, tal vez logre imaginarme que estoy con quien sin merecerlo le regalé mi aliento. Besando estos labios tan níveos y llenos de cariño puro, hurgaré en su boca buscando a mi hombre, que no es mi hombre. Para nada es mi hombre.

Él me besa tiernamente, con un dejo de victoria por al fin conseguir contacto íntimo con el objeto de su deseo; pero, no es para nada el caso que me tome como trofeo... no. Él me besa tiernamente, como aquellos hombres que sí piensan en nosotras como mujeres que somos, y no tanto como trozos de carne. No. Él me besa tiernamente, casi con amor, o tal vez incluso ya llegó a la primer fase, ese loco cariño rejuvenecedor.


Y yo... yo soy una mala persona. Le imagino a él, con todo mi anhelo, con cada pizca de mi ser. Ojalá fuera él, con todo y lo mierda que es.

Vida mía, vida de otra, quimera que amo. Él me acaricia un tatuaje ¿lo sientes? Claro que no lo sientes... soy sólo yo, en un monólogo, en una patética fantasía. Eres tú, quien me besa mi tatuaje dedicado a mi hijo, el más valioso de todos. Eres tú, has transmutado, ya estás conmigo.

Amor mío... me besas el cuello, me besas el vientre. Esta noche, después de tanto tiempo esperarte, al menos por esta noche eres mío. Mañana te veré ir, sacudiéndote cualquier indicio de mi existencia y marcharás; pero ahora no pensaré en eso, ahora me dedicaré a besarte y apreciarte, alabaré tu ente porque te manifestaste y estás conmigo.




Amor mío... ojalá, fueras tú. Ojalá pudiera quererte a ti como lo quiero a él, ojalá pudiera corresponderte. Sé que me quieres de verdad, yo lo sé. Sé que soy una mala persona, yo realmente lo sé. Sé que tú estarías conmigo, sé que me querrías con todo y mis cicatrices físicas y mentales... sé que tú no llegarías un día a tu antojo para tomarme y después a abandonarme como muñeca.




Quisiera quererte a ti... pero, no puedo.

Barranco

Desde hace algún tiempo, no estoy segura desde cuándo, los sábados me ponen nostálgica. Esta casa llena de viejos de alma, como todo virus al cual se está continuamente expuesto, a veces contagia.

Mi vida se ha vuelto un remolino con espirales, círculos, semicírculos, rectas y puntos finales. Afortunadamente, los "punto y aparte" ya me he ocupado de ellos exitosamente, una victoria muy grande y muy personal.

Hace un año apenas, aún no sabía que mi hijo existía en mi. Hace un año mi vida era otra, mi entorno era otro... yo, era completamente otra; no distinta a mi real ser, sino con engranajes un poco más mal calibrados de lo que pudieran estar ahora.

Como siempre, hay un tema que me acongoja.


Cuando estaba embarazada, me empeñé en recoger las pequeñas minúsculas partículas que quedaban mías, regadas por ahí... iba a ser mamá, yo no quería ser mamá, pero iba a serlo de todas formas. Siempre he pensado que en un 80% incluso un 90% somos dueños de nosotros mismos y de nuestro destino, eso incluye la manera en que actuamos frente a traumas, desvaríos, maldiciones autoimpuestas, etc. en otras sabias y bonitas palabras y lo he repetido en voz alta "Tus puñetas mentales son TU problema, no de los demás. Si eres miserable, si te violaron, si el wey de la esquina te echó mal de ojo, si la chingada madre es tu problema. Y si no te gusta, ve a un psicólogo" siempre me han molestado las proyecciones, quiero decir cuando no tienes ni puta idea acerca de por qué cuando haces lo que haces, molesta tanto a ciertos individuos.

El punto es que, fui a terapia y en ella descubrí muchas cosas, con el objetivo de evitar futuros desastres (ya sé, soy un fracaso, me avergüenzo genuinamente) sin embargo, nunca pude entender una cosa:

¿Por qué demonios escogía pendejos tan pendejos? ¿Qué demonios sucedía conmigo?
Medité por horas. Tuve que recordar a todos y cada uno. Nadie quedó invicto de ser un gran pendejo, la mayoría incluso lo ha admitido (excepto el progenitor de mi hijo, como Rey Pendejo se cura de culpa)

No sé... como regla, soy humana y he de cometer muchos errores, sé que con ellos los cometí, eso es obvio. Sin embargo, algo de lo cual nunca podrán reclamarme, es que muy para mal mío soy una mujer (estúpidamente) entregada.

Cuantas cosas no he hecho por la peor causa... he movido montañas, me he consumido en ojeras, en letras, en pinceladas, incluso alguna vez casi llegué a la anorexia. No quiero considerarme víctima, muchos de mis actos fueron (al menos, lo que yo creía) por amor (enfermo) y para mi eso justificaba cada cosa, no importaba lo que sucediera después. Así fue como he perdido trozos de corazón y razón, ya ni sé si los tengo de vuelta.

Parte de mis imperativos saltos al vacío, fueron producto de un mal propio de la juventud: el creerse invencible. Yo creí fielmente que no importaba, al fin de cuentas me levantaría... y en parte era cierto, pero en otra cada ocasión era como visitar un infierno de Dante y tener que escalarlo hasta salir. La última fue, por mucho, el infierno más bajo al cual he caído, y del cual más batallé para levantarme. Esto lo digo con miedo, pues si existe una próxima vez no sé qué será de mi.

He estado con algunos hombres, me he enamorado de un puñado, y he amado a pocos. Con todos me levanté evidentemente, pero jamás regresé completa ("Tener una nueva relación es como volver a morir, porque en ellas he muerto tantas veces...")... yo no sabía que he estado depositando migajas, dolores sin razón suficiente, gran parte de mi sanidad en cosas que no vienen ni al caso. Mi estúpida entrega nunca vino al caso, pareciera que el raciocinio no existe cuando se trata de amar a un pendejo. Ay de mi, lo digo yo, para mi...


Creo que el objetivo de las terapias en general es mejorar como persona, incluso tal vez, rayar un poco el paradigma de la felicidad. Yo me prometí valorar seriamente esos saltos al vacío, ya no quiero saltar al vacío... quiero aterrizar en tierras verdes y fértiles, ya no quiero pendejos, quiero alguien a quien le pueda decir hombre en lugar de pendejo.




Esto es una plática conmigo misma. No soy ingenua, y tengo una percepción de la realidad tanto presente como futura bastante acertada. Yo sé por qué estoy donde estoy, en ese lugar donde se supone que no existo... y realmente suplico con toda mi alma, no estar dando otro salto al vacío, a la completa nada, a la perdición...

Esa es mi esperanza, no sé si esté repitiendo mis ya muy mencionados patrones autodestructivos.








¡Por favor... quédate conmigo!
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