Los Horrores del Mundo

(De antemano me disculpo por mi pésima sintaxis)

Después de días de haber recibido el encargo, ha llegado la hora de abrir la caja de Pandora. 
Todos tienen nombre, todos tuvieron voz... porque yo se las di, yo elegí dárselas.

No sé por qué, por qué... 

Comencemos, pero no desde el principio.

El Mariachi

Intenté publicar un sobrenombre menos asociativo, pero pues qué más da. Ocultar las cosas no es algo que se me dé, y en cuanto a mis vergüenzas íntimas (que sí tengo)... heme aquí superándolas, siguiendo mis (¿inútiles?) ideologías de coherencia y transparencia.

En fin. El Mariachi.

No recuerdo con presición cuándo fue el primer día que le vi, sólo recuerdo que era uno de esos tantos días cálidos... no sé tampoco si fue esa la primera vez que nos notamos, pero fue ese momento en que como una escena en cámara lenta grabóse en mi memoria. 
Era un día cálido, de tarde. El sol -como siempre- era brillante y apabullante. Yo fui desganada a la tienda de la esquina, tal vez eran las 6 de la tarde/noche. Recuerdo con mucha claridad el clima y hora de ese día, porque exactamente donde él estaba sentado con su traje negro adornado, los rayos del sol alumbraban directamente sus ojos marrones, los cuales miraron los míos directamente por algunos pocos segundos. Salí avergonzada y con un poco de vértigo, lo recuerdo tan claramente. No creo en el "amor" a primera vista, en la atracción... definitivamente.
Lo que tenía de diferente este mariachi de los demás era su edad y complexión: se le veía joven, alto y delgado, con el pelo amarrado. Físico, totalmente físico. Un moreno de fuego.

Y total. No me interesó explorar el asunto, mucho más allá de mi cobardía era porque simplemente no debía. Podía mirar, nada insalubre en eso: pero, no actuar, no cuando tengo pareja, sea quien sea, patán o no. Así soy yo, desde la médula.

Pasaron los meses, ocasionalmente le veía en la calle, cerca o lejos, pero nada más. No fue hasta mi cumpleaños que iniciamos palabra, y lo sé porque hundida en cobardía le dije a un amigo mío que de regalo de cumpleaños fuera y le pidiera su teléfono (no lo habría hecho de otra manera)

Después de algunas pláticas mucho más amenas de lo que yo me esperaba, caí en cuenta que el muchacho era mucho más que una cara bonita. Me gustaba mucho más por tantas diferentes razones, fue mi último enamoramiento antes de dejar la Comarca y tuve que recordarme y ser disciplinada que no volvería a dejar que un hombre dictara mi destino y minimizara mis sueños (cosa que nunca hizo... esas cosas las hago por voluntad propia, por estúpida, por ilusión)


Ahora viendo las cosas desde este ángulo, él "me llegó" en el justo momento que "necesitaba". Y este mismo pensamiento lo he tenido muchas veces. Por un momento, como muchos otros, le atribuí el título de "salvador"... con su traje de charro en caballo blanco. Caigo en cuenta que "héroes" he tenido muchos, tal vez todos los que han acariciado mis mejillas... siempre son la "salvación", lo que "necesitaba" para salir del hoyo, cual fuera en el momento... y curiosamente, ese hoyo siempre suelen ser hombres, más hombres. Mejor dicho, el amante, novio, lo-que-sea en turno y siempre ha de haber alguien que me "salve" cuando las cosas no den para más. Clavo tras clavo.

Él llamó mi atención cuando yo tenía mi corazón muy, muy roto, pues acababa de aceptar el muy próximo fin de otro amor. Aunque hice caso omiso para proceder, tomé nota mental, algo así como un "Tal vez, él me rescatará"

Muy aparte del título nada buscado de "héroe", lo que me gustó de este muchacho fue su libertad, por mucho que tal palabra no exista en realidad. Compartí con él empatía ideológica, socioeconómica y de afición, cosa que posteriormente explicaré había perdido por mucho tiempo. Fue refrescante, pero estaba muy consciente de la muy probable sobre-ilusión de mi enfermo cerebro. 

Él en particular no creo que sea alguien relevante en mi historial, pero ocupa estas líneas porque es mi pasado y poco presente inmediato.  Es una persona espiritual (cosa que no me había encontrado antes, y eso realmente me agrada), con un gran historial de aventuras. Ámbos somos autodestructivos, él es impulsivo (yo ya no tanto, y le envidio); es un soñador no de la paz mundial sino de esos bohemios que con esos pocos ánimos y áctos quisieran cambiar el mundo. Es víctima de sus propios demonios, y yo de los míos. 
No puedo decir mucho de él, hay algunas cosas que deben permanecer en "pasajeras" y esta es una de ellas... más bien, he contado mayormente las ilusiones que yo misma me formé.

Actualmente allí está mi mariachi: alto y hermoso, cantando rancheras en otros balcones, no el mío.


He de confesar que soy un fiasco, un verdadero y absoluto fiasco. Muchos años he ondeado la bandera del estar en paz con o sin pareja indistintamente, de que esa "necesidad" de buscar a la famosa pinche media naranja era una mamarrachada mercadotécnica. Y no es que no lo crea, lo creo de verdad... sin embargo, hoy caigo en cuenta que no lo aplico. Soy un fiasco. 

He presumido que, por ejemplo, no siempre he tenido pareja pública y nombrable, pero eso es fácil. La realidad es que siempre he tenido de una u otra manera compañía sentimental, desde... Dios mío, creo que desde hace poco más de 10 años: uno tras otro, uno seguido del otro, uno sobre otro. Unos valieron poquito más la pena que otros, aunque el veredicto final es que todos han sido unos reverendos patanes... y todo ha sido mi culpa, llegar a este punto es totalmente irrefutable que todo ha sido por mis malas decisiones. Una tras otra.

Aún no me arrepiento de nada, tal vez después. 

A nadie le va mal durante mucho tiempo sin que él mismo tenga la culpa
Montaigne

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