Opio

Quiero mi religión, quiero mi opio, quiero mi anestésico. 

Es parte del proceso, me hubieron dicho... todos alguna vez pasamos por un momento de vacío. No sé si este sea la terminación de ese estado catatónico y tan despegado de toda realidad y emoción humana, pero lo único que sé es el hecho de hoy sentirme mejor, en aburrición del limbo cual ahora muy a veces me encuentro.

Es extraño superar todo complejo restante de inferioridad mismo que siempre me ha perseguido desde tener uso de razón. Estoy en busca de direcciones y de chispas, eso es mucho mejor que la nada donde me encontraba.

Este año descubrí tantas cosas: me deshice de mi eterna ira, de Dioses inútiles, de ilusiones estúpidas y de cortinas hormonales que sólo nublaron mi visión y mi vista.

Sé lo que quiero, sé lo que amo, sé que soy muy joven, sé mis defectos, sé mis cualidades, sé muchas cosas primordiales para lograr esa irreal felicidad que el humano está condenado buscarla toda su vida.

 


Y bueno... la vida da muchas vueltas, algunas tan abruptas que jamás las pude haber imaginado. Es esperanzador y muy bonito...

A fin de cuentas, generalmente los finales suelen ser muy tristes; pero, los comienzos como éste son interesantes, intrigantes, misteriosos y el adereso extra que el destino siempre pone en mi vida.

Los hombres son el opiáceo de mi vida: todos tan diferentes, intrigantes, torpes, intensos, descuidados, enamorados y magnetizantes. Esto puede sonar muy genérico, pero tómese en cuenta el individualismo de cada uno.

Mi vida amorosa para el público en general ha sido un incoherente y gigantezco desastre, pero no es así. Me he equivocado mucho y hubo situaciones que jamás debieron de ocurrir, sin embargo me quedo con lo bueno que pocas de ellas me dejaron.

(OK, admitiré que hubo 1 o 2 ordinarios por ahí, esos ni al caso)


Soy muy joven: me falta mucho por vivir, por amar y por hacer. Hago lo mejor que puedo y obro bien cuando puedo... muchos años pasé en un lugar oscuro de destrucción y autodestrucción que no me trajeron nada bueno. 

No colecciono corazones: colecciono experiencias...

y ésta es una muy interesante.

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